Detrás de la sensación de éxtasis al inhalar marihuana o un cannabinoide sintético están los receptores de cannabinoides, los mismos que ayudan a nuestro cerebro a responder a los neurotransmisores endógenos que controlan el hambre, la memoria y la función reproductiva. La droga viaja directamente hacia los pulmones y después de rodear el lado izquierdo del corazón se integra al torrente sanguíneo; los compuestos terminan uniéndose con fuerza a los receptores. Los químicos artificiales de las drogas de diseño son mucho más potentes que la marihuana, y los efectos secundarios también: los ataques de pánico y la somnolencia pueden ser la rápida antesala de infartos, apoplejías y daño renal.
En el Informe Mundial sobre las Drogas de la UNODC, 2021 se señala que alrededor de 275 millones de personas en todo el mundo utilizaron drogas, mientras que más de 36 millones sufrieron trastornos por su consumo. Según especificaciones de la PAHO, 4.4 millones de hombres y 1.2 millones de mujeres en América Latina sufren trastornos causados por este tipo de sustancias. El reporte de la ONU destaca que en algunas partes del mundo la potencia del cannabis se ha incrementado hasta cuatro veces en los últimos 24 años, aunque el porcentaje de adolescentes que perciben esta droga como nociva ha disminuido hasta en un 40%. La sensación de que es algo inocuo fortalece el consumo.
Durante la pandemia, las ventas en línea de todo tipo de productos se popularizaron, incluidas las de drogas ilegales. La web obscura fortaleció su mercado con ventas de más de 320 millones de dólares al año. En otro reporte del 2021, el Informe Europeo Sobre Drogas. Tendencia y Novedades, se concluye que con el furor de las compras en línea derivado de la emergencia por Covid-19, los vendedores y consumidores de droga se han adaptado mucho mejor a este mercado haciendo un mayor uso de servicios de mensajería cifrada, aplicaciones de redes sociales, transacciones en línea y servicios de entrega a domicilio.
Los cannabinoides sintéticos tienen algunas ventajas en este mercado: son ofertados con apariencia inofensiva y se usa una lista de ingredientes que cambia continuamente. La escasez de algún ingrediente o el rastreo de una sustancia por parte de las autoridades no es problema, pues los fabricantes la reemplazan por otra o hacen pequeños cambios moleculares, pero las diferentes recetas también dificultan la identificación de nuevas drogas y sus efectos secundarios. Se calcula que hay más de 900 drogas nuevas, y más de la mitad desconocida, lo que generará un impacto más grave en la salud durante los años siguientes.
La doctora Lydia Barragán, responsable del Centro de Prevención en Adicciones Dr. Héctor Ayala Velázquez de la Facultad de Psicología de la UNAM, señala que en un estudio de la Junta In ternacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), en colaboración con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en México se da cuenta justamente de la forma en que el consumo vía Internet ha facilitado la venta de diferentes sustancias psicoactivas, como el cannabis y los cannabinoides sintéticos, pero la oferta también se extiende a otro tipo de productos de alto riesgo como los opioides y las metanfetaminas, cuyos efectos placenteros son maximizados por las redes, mientras los “likes” normalizan el consumo de sustancias.
En el estudio VoCes-19 presentado a finales del año pasado y encabezado por el Population Council de México se subraya que la pandemia por coronavirus en México llevó a un incremento en el consumo de drogas y sustancias en la población joven, según reveló el estudio que reporta 21 % de aumento en el consumo de marihuana. Además, en adolescentes y jóvenes se incrementó 14% la ingesta de alcohol. Estos datos están íntimamente relacionados con otro indicador del informe: siete de cada 10 adolescentes y jóvenes han experimentado síntomas depresivos, mientras que 62 % presentó ansiedad.
275 millones de personas en el mundo utilizaron drogas en 2021 según el informe de UNODC
¿Salud?
El alcohol se mantiene en México como la droga de mayor impacto. Su consumo ha tenido picos a lo largo de las diferentes etapas de la pandemia y actualmente se espera un repunte, según lo señala Jorge Ameth Villatoro, coordinador de la Unidad de Encuestas y Análisis de datos del Instituto Nacional de Psiquiatría. Los especialistas han observado que durante las olas en que aumentan las infecciones de Covid-19 sobreviene una baja del consumo por diferentes factores sociales y económicos; sin embargo, son el preámbulo para un veloz incremento en las tendencias. El consumo de alcohol es el causante del mayor número de urgencias médicas en el país. Villatoro sostiene que hay distintas poblaciones y distintos tipos de consumo, pero varios estudios nacionales coinciden que las asociaciones de ansiedad o depresión intensifican el consumo de este tipo de productos.
Villatoro apunta que durante la fase inicial de la pandemia, según informes de distintas ONG´s en la zona fronteriza, algunos sectores de la población con desorden de abuso de sustancias, como la heroína, no tenían medios para comprar productos. Para evitar el síndrome de abstinencia, se reducían las dosis diarias; sin embargo, ante el cierre fronterizo estas áreas también se llegaron a convertir en un gran almacén de productos esperando salir al extranjero por vía marítima o en avionetas o autos privados. “Esta situación ocasionó que incluso los dealers también bajaran el costo de las dosis de heroína combinada con fentanilo a 40 pesos. Esto sucedió con el cierre de frontera con EU, pero los patrones de consumo se han normalizado”.
El especialista advierte que independientemente de la pandemia, el incremento en el uso del fentanilo se observa desde antes. “Aún no esta tan claro si México está generando la sustancia o solo se están produciendo las mezclas, pero con los productos químicos hay más facilidad de manejo. El fentanilo es un opiáceo con un alto nivel de impacto: se utiliza para anestesiar a la gente y en su consumo ilícito genera un efecto psicotrópico importante, pues es 50 veces más potente que la heroína. Se mezcla con heroína diluida o incluso a veces solo con azúcar para generar lo que en la frontera se conoce como China White”.
El fentanilo es muy adictivo y se llega fácilmente a la sobredosis. Su antagonista es la naloxona, sustancia que revierte rápidamente una sobredosis de opioides. “El problema es que su uso está restringido en México y, de hecho, hay muy poca producción. El reto es que la puedan tener todos los servicios de primer contacto y aplicarse en peligro de sobredosis. Hay inyectada y vía nasal. Es donada por otros países y distribuida por algunas ONG, pero se está trabajando desde la UNAM y el Instituto Nacional de Psiquiatría para que se libere la sustancia y esté disponible en el país”.
El cristal con que se mira
El “cristal” también entra en este menú que gana popularidad año con año más allá de la pandemia. Se trata de una metanfetamina con aspecto de fragmentos de vidrio que actúa como un adictivo estimulante que afecta rápidamente el sistema nervioso central. Alrededor del 20% de todas las muertes por sobredosis están relacionadas con metanfetaminas. El uso del cristal en México se empezó a detectar desde finales del siglo pasado y a principios de este. Los primeros datos vinieron de los Centros de Integración Juvenil.
“Año con año se veía el incremento y el país empezó a ocupar un lugar a nivel internacional en su consumo”, señala Villatoro y agrega que aunque la prevalencia es menor que con otras sustancias, como cannabis, el cristal es una sustancia mucho más dañina y adictiva, algo que se considera en la ecuación. Actualmente, es la principal droga de impacto en muchos estados del Norte y del Pacífico. El consumo del mercado interno se bifurca en muchos grupos, desde jóvenes que quieren perder peso hasta jornaleros que lo aceptan como pago o camioneros que lo consumen para soportar largas jornadas sin dormir.
Otros estudios internacionales, muestran que con la pandemia el consumo de drogas en casa se convirtió en la opción más factible que incluso pudo haber popularizado aún más la adicción al cristal que acompaña el chemsex, practica que hace referencia al uso intencionado de drogas psicoactivas para mantener relaciones sexuales, generalmente entre hombres, y que se originó en las grandes ciudades del norte de Europa, pero que se ha ido extendiendo por todo el continente y fuera de él.
En su consumo ilícito (el fentanilo) genera un efecto psicotrópico importante, pues es 50 veces más potente que la heroína”.
Jorge Ameth Villatoro
Coordinador de Encuestas y Análisis de Datos INP
Barragán dice que finalmente la pandemia trae implícito el concepto de pérdida y el consumo de sustancias busca de alguna forma contrarrestar lo que se perdió, aunque al final resulte justamente lo contrario. Varios estudios realizados en México antes y durante la pandemia apuntan hacia un mismo resultado: los grupos más vulnerables en caer en una adicción son personas con algún problema relacionado con salud mental, pero la pobreza, violencia y marginación también son condicionantes; elementos que la pandemia acentuó.
La psicóloga subraya que los retos de la prevención es que realmente se impartan programas que hayan resultado eficaces con evidencias para brindar atención para diferentes tipos de población en campañas permanentes. “La prevención no se trata solo de dar información, tiene que ver con la práctica de conductas de cambio. También se necesita tamizaje para la detección oportuna de señales del proceso adictivo. Se necesitan grupos de promoción de la salud verdaderamente preparados”.
Según datos de la ONU, se calcula que para 2030 el consumo de drogas aumentará 11%. Sobre uno de los grupos más vulnerables en este escenario, el de los adolescentes, Villatoro señala que se debe entender que no consumen porque se quieren divertir. “Quizá hay algo de esta parte, pero esa población generalmente se queda en el nivel experimental. La mayor parte lo busca como un escape a los problemas porque hay un dolor real producto de diversas problemáticas. El consumo les ayuda a esto y entonces el problema no es sencillo porque se tienen que dar mejores opciones a los jóvenes en su día a día, un programa de prevención va más allá de impedir solo el consumo de sustancias y sin duda falta mucho por hacer al respecto”.
TOMADO DE EL UNIVERSAL