La noche cayó sobre Teherán entre sirenas, fuego y gritos. Por quinto día consecutivo, el corazón de Irán arde bajo una lluvia de misiles israelíes que, esta vez, impactaron directamente en el centro de la capital. Las llamas iluminan el cielo mientras columnas de humo oscurecen los barrios más densamente poblados. El conflicto, que comenzó como un cruce de advertencias diplomáticas, se ha transformado en una de las confrontaciones más peligrosas en la historia reciente del Medio Oriente.
En un hecho sin precedentes, la sede de la televisión estatal IRIB fue alcanzada en plena transmisión en vivo. La periodista Sahar Emami, convertida en símbolo de resistencia, interrumpió su informe entre polvo y escombros, mientras la cámara captaba el pánico de fondo. La imagen dio la vuelta al mundo.
“Pensamos que serían ataques quirúrgicos. No imaginamos que los misiles caerían sobre nuestras casas, nuestras oficinas”, declaró un técnico del canal que sobrevivió al impacto. A su lado, cientos de familias huyen hacia el oeste, entre autos abarrotados, con lo poco que pudieron rescatar.
Éxodo interno y temor generalizado
Las carreteras que conectan Teherán con provincias como Qazvín y Mazandarán están colapsadas. Más de 300 000 personas intentan salir de la ciudad, respondiendo al inusual llamado del Ministerio de Defensa israelí en redes sociales, que advirtió a civiles de “evacuar zonas críticas antes de la medianoche”.
Las autoridades iraníes han restringido el acceso a Internet, dificultando la coordinación de la evacuación y la difusión de imágenes. Sin embargo, las cámaras de seguridad y los videos filtrados muestran escenas caóticas: supermercados saqueados, estaciones de servicio abarrotadas y hospitales desbordados por los heridos.
Daños humanos y estratégicos
Los reportes iniciales indican más de 220 muertos y al menos 1 400 heridos en Irán desde el inicio de la ofensiva. Entre las víctimas, se cuentan civiles, bomberos, periodistas y personal militar. Israel, por su parte, ha registrado 24 muertes y más de 600 heridos, muchos en Tel Aviv y Jerusalén, como consecuencia de los misiles de respuesta lanzados por la Guardia Revolucionaria iraní.
Israel ha asegurado haber destruido infraestructuras clave, incluyendo lanzadores de misiles en Natanz y almacenes militares en las afueras de Teherán. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han declarado el “control operativo” del espacio aéreo sobre la capital iraní.
El tablero internacional se tambalea
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar. Mientras la ONU y la Unión Europea claman por una desescalada inmediata, Estados Unidos ha respaldado la ofensiva israelí y desplegado refuerzos navales en el Golfo Pérsico. El presidente Trump ha descartado, sin embargo, una invasión terrestre y ha pedido al líder supremo iraní “rendirse sin condiciones”.
China y Rusia han convocado reuniones de emergencia en el Consejo de Seguridad, y organizaciones como el OIEA han encendido las alarmas sobre posibles riesgos nucleares tras los bombardeos cerca de instalaciones sensibles.
¿Qué viene después?
A medida que el conflicto se intensifica, los analistas temen una espiral irreversible. El uso de tecnología de precisión por parte de Israel y la capacidad de Irán para contraatacar mediante proxies regionales (como Hezbollah o milicias iraquíes) dibujan un escenario regional explosivo. El riesgo de que se abra un nuevo frente en Siria, Líbano o el Golfo es más alto que nunca.
Mientras tanto, la población de Teherán permanece bajo tierra, en refugios improvisados, entre oraciones, incertidumbre y ecos de sirenas. En las calles, solo quedan escombros, humo… y una ciudad que resiste bajo fuego.