Hoy 13 de junio, mientras Tabriz dormía, el cielo se iluminó con explosiones que no venían de ningún ejercicio militar. En un movimiento sorpresivo, quirúrgico y a gran escala, la Fuerza Aérea Israelí bombardeó una instalación militar iraní asociada con misiles balísticos, ubicada en las afueras de la ciudad del noroeste iraní.
El ataque fue parte de la operación “Rising Lion”, una ofensiva sin precedentes que incluyó más de 200 aviones y centenares de municiones inteligentes lanzadas sobre objetivos clave del aparato militar iraní. Entre ellos: Natanz, Fordow, Khorramabad… y Tabriz.
Tabriz no es solo una ciudad histórica. Es un nodo estratégico en la defensa del noroeste iraní, cercano a la frontera con Turquía y Azerbaiyán, y punto de tránsito para sistemas de misiles hacia otras regiones. La base atacada, según analistas, está relacionada con el despliegue de misiles Fateh-110, capaces de alcanzar objetivos en Israel o bases aliadas en la región.
Aunque el gobierno iraní trató inicialmente de minimizar el impacto —atribuido primero a “objetos voladores no identificados”—, los estallidos escuchados por la población civil y los reportes de movilización antiaérea confirmaron que algo había sido golpeado… y con precisión.
Israel no esperó a negar ni a confirmar. Lo dijo claramente: el ataque fue preventivo y tiene un propósito doble —detener el avance nuclear de Irán y desarticular su capacidad misilística—. Sin embargo, lo que se presenta como disuasión, también puede ser interpretado como una declaración de guerra.
¿Una nueva fase del conflicto?
Este ataque marca un punto de quiebre. Ya no se trata de sabotajes encubiertos o ciberataques quirúrgicos. Es guerra aérea abierta entre dos enemigos que llevan décadas midiéndose en las sombras. Y esta vez, Tabriz fue el escenario elegido.
Las consecuencias apenas comienzan a perfilarse: Irán promete represalias “sin precedentes”, mientras Israel pone a prueba su sistema defensivo “Cúpula de Hierro” y convoca a sus aliados a cerrar filas. Estados Unidos, atrapado en una campaña electoral y una presencia militar activa en Medio Oriente, observa con una mezcla de respaldo silencioso y cálculo geoestratégico.