Un bombardeo israelí de intensidad sin precedentes sacudió este pasado viernes los suburbios de Beirut, arrasando varios edificios y causando al menos dos muertes y decenas de heridos. Las autoridades han confirmado que el ataque estaba dirigido contra el líder del grupo chií Hizbulá, Hasán Nasralá, en un contexto de creciente tensión en la región.
El asalto aéreo se produjo en horas de la mañana, cuando varios misiles impactaron en áreas densamente pobladas, provocando la destrucción inmediata de infraestructuras y dejando a muchas personas atrapadas entre los escombros. Los equipos de rescate se apresuraron a llegar al lugar para buscar sobrevivientes, mientras que las ambulancias transportaban a los heridos a hospitales cercanos.
Testigos en la zona describieron escenas de caos y desesperación, con familias tratando de escapar de la devastación. “Fue como un trueno que nunca termina; todo tembló y luego se vino abajo”, relató un residente visiblemente afectado. Las imágenes que circulan en las redes sociales muestran el humo elevándose desde los edificios destruidos y las calles llenas de escombros.
Este ataque marca un escalón en la escalada de hostilidades entre Israel y Hizbulá, un grupo respaldado por Irán, que ha sido un actor clave en la política y el conflicto del Líbano durante décadas. Aunque Hizbulá aún no ha hecho declaraciones oficiales sobre el ataque, es probable que la respuesta no se haga esperar.
Las repercusiones del bombardeo han generado condenas internacionales y una creciente preocupación por la seguridad en la región, que ya se encuentra al borde de una mayor inestabilidad. Los analistas advierten que este acto podría desencadenar una nueva ola de violencia en un escenario ya tenso, lo que pone en peligro la vida de miles de civiles en Líbano y más allá.
Las autoridades libanesas han instado a la comunidad internacional a intervenir y detener lo que consideran un acto de agresión injustificable. La situación en Beirut es crítica y se espera que se intensifique en las próximas horas.