La reciente suspensión de actividades en varios museos emblemáticos de la Ciudad de México, incluidos el Museo Nacional de Antropología, el Castillo de Chapultepec y el Museo del Templo Mayor, ha puesto en evidencia una profunda crisis en la gestión del patrimonio cultural nacional. El motivo oficial detrás del cierre fue el cambio en el servicio de seguridad: la sustitución de la Policía Auxiliar por empresas privadas. Sin embargo, lo que parecía un proceso administrativo rutinario, ha desatado un conflicto que expone fallas estructurales en la administración cultural del país.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) adjudicó la nueva vigilancia a dos empresas: SSS Asistencia y Supervisión S.A. de C.V. y Sistemas Prácticos en Seguridad Privada S.A. de C.V., las cuales no han logrado cubrir todos los turnos, provocando la falta de personal capacitado para garantizar la seguridad de los recintos y sus visitantes. A esto se suma el antecedente de que ambas compañías fueron descalificadas de una licitación de la Comisión Federal de Electricidad en 2022 por conductas que comprometían la legalidad del proceso.
El Sindicato Nacional de Trabajadores Administrativos, Manuales y Técnicos Profesionales del INAH (SNTAMTP-INAH) denunció públicamente la situación y exigió soluciones inmediatas. Por su parte, el director de Seguridad del INAH, Pedro Velázquez Castro, se comprometió a aplicar sanciones si las empresas no cumplían con sus obligaciones antes del 3 de junio.
La secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, aseguró que los museos reabrirán “próximamente”, sin ofrecer una fecha precisa, mientras el daño a la imagen institucional y el acceso público al patrimonio ya está hecho.
Más allá del tema de seguridad, este caso ha desnudado un problema mayor: la fragilidad del sistema cultural mexicano frente a decisiones administrativas que priorizan recortes presupuestarios y contratos dudosos por encima de la protección del acervo histórico y arqueológico del país. Lo ocurrido con estos museos no es un hecho aislado, sino un síntoma de un deterioro que exige atención inmediata.