En un caso alarmante de usurpación de funciones y fraude médico, Marilyn Coate, una mujer con estudios en derecho y sin ninguna especialización en psiquiatría, abrió una clínica psiquiátrica y comenzó a atender pacientes. Con una mezcla de astucia y descaro, Coate llegó a cobrar hasta $1,400 por consulta, diagnosticando enfermedades mentales sin el más mínimo respaldo profesional.
Para ganarse la confianza de los pacientes, Coate incluyó en sus documentos y papelería los logos de Harvard y la Universidad de Oslo, dando a su clínica una fachada de prestigio y legitimidad. Sin detenerse ahí, también falsificó cédulas y utilizó nombres de médicos reales para hacer pasar su clínica como un centro psiquiátrico profesional.
Las prácticas de Coate iban más allá de la simple simulación: recetaba medicamentos sin licencia y diagnosticaba condiciones psiquiátricas con una confianza que parece haber adquirido más de películas que de manuales médicos. Sus diagnósticos, según quienes revisaron el caso, parecían sacados de una “telenovela” o del “Joker”, lo que demostró su falta de preparación y el riesgo que representaba para sus pacientes.
La estafa de Coate finalmente salió a la luz gracias a un perfil en redes sociales que se dedica a exponer a charlatanes del ámbito médico. La cuenta difundió un hilo detallado de los engaños de Coate, incluyendo testimonios de pacientes y reseñas negativas que los afectados habían dejado en redes sociales. En muchos de estos comentarios, los pacientes denunciaban los errores de diagnóstico y la falta de ética de Coate. Lo más sorprendente es que, a pesar de las quejas, la falsa psiquiatra no dudaba en responder a los comentarios, incluso con enojo, defendiendo su “profesionalismo”.
Este caso, además de destapar un fraude, recuerda la importancia de verificar la legitimidad y credenciales de los profesionales médicos. Consultar con falsos especialistas no solo pone en riesgo la salud, sino que, en casos como este, juega con la vida de personas vulnerables en búsqueda de ayuda.
Marilyn Coate enfrenta ahora múltiples denuncias por usurpación de funciones y prácticas indebidas. Mientras tanto, este caso ha dejado una lección clara: ojo con quien consultas en internet.