Este domingo 15 de junio, México se une nuevamente a una de las celebraciones familiares más significativas pero menos ruidosas del calendario: el Día del Padre. Una fecha que más allá de regalos y desayunos improvisados, se convierte en una pausa necesaria para reconocer a millones de hombres que, día tras día, forjan vínculos desde el afecto, la responsabilidad y el ejemplo.
Una fecha con historia… y corazón
El Día del Padre no es simplemente una jornada comercial. Su origen remonta a 1910, cuando Sonora Smart Dodd, en Spokane, Washington, quiso homenajear a su padre, un veterano de guerra que crio solo a seis hijos. Décadas más tarde, en 1972, el entonces presidente estadounidense Richard Nixon oficializó la fecha como el tercer domingo de junio.
En México, la historia tiene su propia raíz. Fue en 1959 cuando la periodista Carmelita Tostado, desde Torreón, Coahuila, promovió la celebración en escuelas como una forma de equilibrar el reconocimiento dado a las madres. Desde entonces, la efeméride fue tomando fuerza en hogares, instituciones y comercios.
21 millones de historias paternas
Según datos recientes del INEGI, en México hay 21.2 millones de hombres que ejercen la paternidad, cifra que representa casi el 47 % de la población masculina mayor de 15 años. Detrás de este número hay diversidad: padres jóvenes, adultos mayores, padres solteros, ausentes, presentes, adoptivos, cercanos y también aquellos que, desde la distancia, buscan estar.
El promedio de edad del padre mexicano es de 45 años, y la mayor concentración está entre los 30 y los 49 años. Si bien las expresiones de afecto cambian con las generaciones, la presencia de una figura paterna activa sigue siendo un eje determinante en la vida emocional, educativa y social de miles de niñas y niños.
Una fecha con impacto más allá del hogar
Aunque no tiene el despliegue mediático del Día de las Madres, el Día del Padre también mueve cifras importantes. Se estima una derrama económica de más de 440 millones de pesos, principalmente en restaurantes, artículos electrónicos, ropa, herramientas y experiencias de entretenimiento.
Sin embargo, más allá del consumo, esta jornada pone en la conversación temas profundos: los nuevos modelos de paternidad, la corresponsabilidad en la crianza, la paternidad afectiva, y el necesario cuestionamiento a roles tradicionales que por décadas limitaron el papel del padre al de proveedor distante.
Un día para agradecer, reflexionar y acercarse
Hoy, mientras muchas familias se reúnen para festejar, otras tantas lo hacen en ausencia o desde la memoria. Porque también es un día para honrar a quienes ya no están, para tender puentes rotos, o simplemente para reconocer a quienes, con sus aciertos y errores, hicieron lo que pudieron con lo que tenían.
En un país donde hablar de familia muchas veces es hablar de resiliencia, el Día del Padre se vuelve más que una fecha: es un espejo de lo que somos, de lo que aspiramos a ser… y de todo lo que aún podemos transformar.