Por Ivonne Melgar / Retrovisor/ Excélsior
La elección del 5 de junio en Durango es uno de los frentes de batalla que mejor ilustra la disputa que por el PRI protagonizan el partido del presidente López Obrador y la coalición Va por México.
Por eso en Morena, los expriistas llevan mano y Marina Vitela Rodríguez es la candidata al gobierno estatal. Una enfermera que se formó en el otrora partidazo. Fue diputada federal en el primer trienio del presidente Peña Nieto y, sí, en 2013 votó a favor de la defenestrada reforma energética.
Y aunque se promueve como amiga de Andrés Manuel –a quien en un spot le escribe una carta pidiéndole apoyo para los duranguenses–, los duranguenses saben que la abanderada morenista se forjó de la mano de los dos últimos gobernadores priistas: Ismael Hernández Deras y Jorge Herrera Carrera.
Ambos exgobernadores también son protagonistas de ese PRI que, entre sus cuadros políticos, militantes y votantes, se enfrenta a la disyuntiva de o asimilarse como neomorenistas, a sabiendas de que ahí los reciben con los brazos abiertos, o resistir como oposición.
Mientras el diputado federal Hernández Deras es uno de los operadores electorales más efectivos con que cuenta la dirigencia de Alejandro Moreno en el PRI, con arrastre entre lo que queda de la llamada Confederación Nacional Campesina (CNC), el exmandatario estatal Herrera Carrera es considerado como un discreto, pero firme respaldo de Marina Vitela, de la mano del también expriista Otniel García Navarro, actual delegado de Morena en la entidad.
Ante la centralidad que “los primores” tienen en Durango, los morenistas se autoengañan, echándole la culpa a Mario Delgado, presidente del partido, sea con huevazos, cuando se le ratificó a la abanderada en enero o con acusaciones de que las candidaturas son para “toda la gente indecente que pueda pagar sus campañas”, según lo declaró Gibrán Ramírez.
Y descalificó a la candidata por mal gobierno, corrupción y nepotismo en su gestión como alcaldesa en Gómez Palacio, meca de una historia de caciques de las centrales obreras y campesinas del PRI y a la que Marina Vitela le puso fin en 2019 ya como neomorenista.
Pero lo cierto es que Mario Delgado sólo es el ejecutor de las definiciones electorales de Palacio Nacional, donde optaron que fuera ella y no el senador José Ramón Enríquez.
Sin embargo, y aun cuando el fervor hacia López Obrador es común denominador entre morenistas, incluido el candidato sin registro Omar Castañeda, exsíndico de Vitela e inconforme porque no lo apoyó para la alcaldía de Gómez Palacio, por lo que se promueve como representante “del cambio verdadero”, hay rebelión en las bases duranguenses del partido del Presidente, al tiempo que en la dirigencia nacional susurran quejas de lo difícil que resulta trabajar con la expriista, confiada en que la marca partidista y la ola 4T le serán suficientes para ganar en la llamada Chiapas del norte, a causa de la pobreza de diversas regiones.
Y es que como lo señala la candidata, por ahora testimonial, de Movimiento Ciudadano, Patricia Flores Elizondo, jefa de la Oficina de la Presidencia en el sexenio de Felipe Calderón, la elección corre entre dos priistas que se conocen y que, incluso, fueron mancuerna cuando Esteban Villegas Villarreal presidió el PRI estatal y Vitela ocupó la secretaría del partido.
Porque en la construcción de la candidatura de Va por México en la entidad, Marko Cortés, al frente del PAN, también le dio prioridad a la alianza con el PRI, empujando entre los quisquillosos panistas al exalcalde de la capital y convenciendo al gobernador José Rosas Aispuro –otro expriista que gobernó como panista de ocasión, pero rodeado de priistas– que su contrincante de hace 6 años era el perfil más conveniente para todos.
De manera que Marina Vitela y Esteban Villegas saben de qué pie cojea cada uno y, al haber sido viajeros en el mismo barco en otros tiempos, serán cuidadosos en el manejo de los secretos compartidos.
A juzgar por el despliegue que hacen en campaña y la manera en que el representante de Va por México remontó la tendencia adversa de la marca opositora a inicios de enero, el exsecretario de Salud estatal, cantante y médico tiene más tablas para la puja electoral de tierra y quizá por eso la morenista prefiere ausentarse de los debates.
Pero si los panistas no se ponen a chambear en serio en la campaña, el carisma de Villegas podría resultar insuficiente para hacerse de la gubernatura con los más de 5 puntos de ventaja que el bloque PRI-PAN-PRD confía alcanzar dentro de cinco domingos, rango indispensable para evitar que la pelea se prolongue en tribunales y la elección termine siendo anulada.
Y si bien Marko Cortés le ha pedido ayuda a figuras como Gustavo Madero y Santiago Creel para que los azules se convenzan de las bondades de la coalición Va por México y hagan suyo al priista, el saldo de las urnas siempre es un acertijo.
No se trata de Durango únicamente, sino de vencer las resistencias recíprocas entre políticos, legisladores, militantes y simpatizantes del PRI y del PAN, logos que en entidades como ésta hasta hace poco eran adversos y que ahora se necesitan para sobrevivir al sexenio de la polarización.
Porque, así como el presidente López Obrador considera que necesita de los priistas para frenar el avance opositor, Va por México y el PAN requieren del PRI para aspirar a la competencia en 2024.