A las puertas del cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco, los cardenales reunidos en Roma han delineado con claridad el perfil que esperan del nuevo pontífice: un pastor cercano, humano, constructor de puentes y capaz de enfrentar una Iglesia dividida en medio de un mundo en crisis. Así lo ha transmitido el portavoz vaticano, Matteo Bruni, tras doce sesiones de congregaciones generales previas al encierro en la Capilla Sixtina.
“Debe ser alguien que esté presente en la vida concreta de las personas”, resumió Bruni, al detallar los mensajes compartidos por los cardenales. Un líder espiritual que se aleje de la burocracia, que no se encierre en los muros vaticanos, sino que escuche, acompañe y se convierta en rostro visible de una Iglesia samaritana, viva y misionera.
El futuro papa deberá además asumir con valentía los grandes desafíos globales: la guerra —especialmente en Ucrania y Gaza—, la crisis migratoria, el cambio climático, y el doloroso legado de los abusos sexuales dentro de la Iglesia. “Rezamos por los cardenales que tienen la grave responsabilidad de elegir al próximo sucesor de Pedro”, expresó la Comisión para la Protección de Menores, subrayando la urgencia de un compromiso firme con las víctimas.
Aunque no se mencionan nombres ni preferencias públicamente, algunos detalles emergen entre líneas. El próximo papa probablemente no será latinoamericano, ni jesuita, ni excesivamente joven. Se espera alguien con sensibilidad pastoral, pero también con experiencia de gobierno para enfrentar asuntos financieros, legales y canónicos aún pendientes.
La mirada, sin embargo, está puesta más en las cualidades humanas y espirituales que en el currículum. “No hace falta un burócrata frío y distante”, han dejado ver algunos cardenales en privado, sino un maestro de humanidad, capaz de reconciliar a una Iglesia herida y de tender la mano a otras religiones y culturas.
Con ese perfil en mente, los cardenales se preparan para encerrarse en la Capilla Sixtina, bajo la invocación del Espíritu Santo, en busca del hombre que pueda guiar a la Iglesia católica en una nueva etapa de su historia.