Las secuelas en la salud mental se han agravado de manera sustancial a dos años de la pandemia.
Para los especialistas en el tema, Durango pasa por momentos complicados por las medidas de resguardo, no es solo la depresión alcanzada, también es el padecer o haber padecido covid-19.
El coronavirus deja una sensación similar al estrés postraumático, causada por el efecto de no poder respirar de manera correcta.
En enero el crecimiento de casos positivos a covid-19 fue exponencial y por las características de ómicron, familias enteras se infectaron, lo que generó zozobra porque la economía se afecta al igual que las relaciones familiares.
A pesar de que la letalidad de esta cepa es menor a la de variantes como alfa y delta, causa temor el hecho de infectarse o reinfectarse, tan solo recordar los síntomas es una situación que genera crisis de ansiedad porque se recuerda lo sucedido la primera vez y es cuando se dan los trastornos mentales.
La psiquiatra Martha Palencia dio a conocer que los duranguenses llevan más de dos años sobreviviendo, “el ser humano tiene dos formas de estar, una es en modo de sobrevivencia y otra en modo crecimiento, ya van más de dos años que se está en modo supervivencia y cuando un organismo está por más de dos o tres meses en este modo decae y no solamente el estado de ánimo, sino que tiene que ver con las defensas, el sistema inmunológico y las enfermedades”.
“El principal problema en Durango es una depresión social generada por la pandemia, pero cabe mencionar que ya se tenía una situación económica precaria y creo que con todos los cierres de negocios que se han dado, así como la falta de apoyos, la gente ha tenido que salir a trabajar y esto ha hecho que los contagios aumenten, mientras más pobreza, más contagios y lo vemos en defunciones”, señaló Martha Palencia.
Crisis de angustia y dificultar para respirar Otro de los puntos mencionados por la entrevistada fue que las personas que ya pasaron por la enfermedad se encuentran con dificultades para respirar, porque recuerdan lo que pasaron al estar infectados.
También llegan a pasar por vigilias prolongadas, pues el hecho de permanecer durante tanto tiempo en el modo de supervivencia los orilló a permanecer atentos a lo que pudiera suceder, incluso por la noche.
“Lo que se ve en estos momentos son crisis de angustia, es decir, cuando las personas no pueden respirar o dormir bien. Es un tema grave que los lleva a consulta al no poder conciliar el sueño o hacerlo de dos a tres horas”, dijo.
La psicóloga Ana Terán, subdirectora de Salud Mental de Salud Pública Municipal, dijo que, “la pandemia fracturó a las familias. La violencia apresó los sentimientos de los miembros de cada hogar y se generaron delitos”.
El personal que atiende a personas con problemas de salud mental percibieron agresiones en todos los miembros del hogar.
“Empezamos a ver niños con problemas de conducta, muchos divorcios, problemas intrafamiliares. Cuando inició la pandemia, hubo un boom en el tema de la violencia contra la mujer”. En enero se incrementaron los contagios y con ello las enfermedades mentales.
“El tema del abuso sexual aumentó y lo que más hemos atendido son crisis de ansiedad y pensamientos suicidas. Luego con el clima, el frío, vemos nublado, familiares contagiados, no tenemos trabajo y tenemos que agarrarnos de la creencia que cada uno tenga y de profesionales, porque si bien viene a dar el boom de todos los síntomas, imagina los que ya los tenían”, aseveró.
Falta de recursos y violencia en las familias Claudia Cecilia Pérez Arellano Soto, titular de la Dirección de Atención al Desarrollo Familiar y Humano, del Sistema DIF Estatal, dijo que la sociedad no solamente se encuentra en crisis, sino que se agravó con la pandemia.
Expuso que hay una carencia de desarrollo humano en la familia porque los padres se encuentran ausentes por el trabajo o hay violencia por la falta de recursos, por otra parte no existen valores espirituales y morales para solventar esta crisis.
TOMADO DE MILENIO