El conflicto entre Elon Musk y Donald Trump escaló a niveles sin precedentes este jueves, luego de que el empresario sudafricano y CEO de Tesla republicara en su cuenta de X (antes Twitter) un video de 1992 en el que se ve a Donald Trump de fiesta con el financiero acusado de abuso sexual, Jeffrey Epstein. Pero lo más explosivo fue lo que siguió.
“Es hora de lanzar la gran bomba… Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos (los archivos)”, escribió Musk, en clara referencia a los documentos sellados relacionados con la red de tráfico sexual de Epstein. Concluyó su mensaje con un ácido: “¡Que tengas un gran día!”.
Poco después, Musk afirmó abiertamente que Trump “está en los archivos de Epstein”, y sugirió que esa sería una razón suficiente para que el presidente fuera destituido y reemplazado.
La reacción no se hizo esperar. Donald Trump expresó sentirse “muy decepcionado” por los ataques del empresario, y su círculo cercano ya comenzó a movilizarse. Steve Bannon, estratega de Trump, pidió que se investigue el estatus migratorio de Musk, sugiriendo incluso que “debería ser deportado de inmediato”.
En medio de la creciente tensión entre ambos titanes —el hombre más rico del mundo y una de las figuras políticas más poderosas—, las acciones de Tesla se desplomaron, reflejando el impacto de la disputa en los mercados.
Analistas políticos y usuarios en redes especulan sobre la veracidad y motivaciones detrás del pleito. Mientras algunos lo ven como una confrontación genuina, otros sostienen que se trata de una estrategia orquestada para desviar la atención de otros temas globales. Incluso han surgido teorías que relacionan la disputa con un supuesto cambio geopolítico y una “Tercera Guerra Mundial”.
Aunque no hay evidencia sólida que respalde las afirmaciones más extremas, el conflicto entre Trump y Musk ya marca un hito en la relación entre poder político y poder tecnológico en Estados Unidos, y podría tener implicaciones duraderas tanto en el escenario electoral como en el empresarial.