En un nuevo episodio de la creciente tensión en Medio Oriente, el movimiento chií Hezbolá, respaldado por Irán, reivindicó este viernes el lanzamiento de una andanada de cohetes Katyusha contra bases militares israelíes. La acción fue presentada como una represalia por los recientes bombardeos israelíes en el sur de Líbano, tras una semana marcada por una serie de explosiones de dispositivos de comunicación en el territorio libanés.
Según fuentes del movimiento islamista, el ataque habría alcanzado al menos seis instalaciones militares, incluyendo una base aérea estratégica, en lo que parece ser una intensificación de las hostilidades entre ambos bandos. Israel, por su parte, confirmó el lanzamiento de unos 60 cohetes desde Líbano, aunque no ha detallado los daños sufridos ni las posibles víctimas.
Este nuevo cruce de fuego se produce en un contexto de alta tensión en la frontera entre Israel y Líbano, donde los enfrentamientos entre Hezbolá y el ejército israelí se han vuelto cada vez más frecuentes en los últimos meses. La escalada actual sigue a una serie de explosiones en dispositivos de comunicación en territorio libanés, lo que ha incrementado aún más las sospechas y acusaciones mutuas entre ambos bandos.
Israel y Hezbolá han mantenido un delicado equilibrio desde la guerra de 2006, pero este incidente sugiere que el conflicto podría estar entrando en una nueva fase, más peligrosa y difícil de contener. Mientras tanto, la comunidad internacional sigue de cerca estos eventos, ante el temor de que una nueva confrontación a gran escala en la región podría tener consecuencias devastadoras para el equilibrio de poder en el Medio Oriente.
Las tensiones entre Líbano e Israel no solo afectan a la región, sino que también involucran a actores internacionales, dado que Hezbolá es visto como una pieza clave en la estrategia de Irán en la región. Las reacciones internacionales aún están por conocerse, pero la posibilidad de que la situación se desborde preocupa tanto a las Naciones Unidas como a otros actores clave en la diplomacia regional.
Este nuevo incidente no solo muestra la fragilidad de la frontera sur libanesa, sino que también pone en evidencia cómo los actores no estatales, como Hezbolá, continúan desempeñando un papel determinante en los conflictos de la región, desafiando los esfuerzos de estabilización y paz en el Medio Oriente.