En las profundidades de la selva maya, a solo 58 kilómetros de Bacalar, un tesoro milenario está a punto de ser revelado al mundo: Ichkabal, una majestuosa ciudad maya que ha permanecido oculta durante siglos, abrirá sus puertas al público en septiembre. Con una extensión de 30 kilómetros cuadrados y estructuras que superan en altura al icónico Templo de Kukulcán de Chichen Itzá, Ichkabal promete convertirse en un nuevo punto de referencia para los amantes de la arqueología y la historia.
Conocida ya como el “Egipto mesoamericano”, esta ciudad cuenta con tres pirámides más grandes que las de Chichen Itzá, algunas de más de 40 metros de altura, lo que subraya su grandiosidad y la importancia política y cultural que tuvo para los antiguos mayas. Su plaza principal, que se extiende por 300 metros, es solo una muestra de la magnitud de esta metrópolis prehispánica, que fue habitada desde el Preclásico tardío (400 a.C. a 200 d.C.) hasta el 1500 d.C.
Descubierta en 1995 por el arqueólogo Enrique Nalda, Ichkabal ha sido objeto de investigaciones profundas que revelan su papel crucial en el desarrollo temprano de la civilización maya. Entre sus hallazgos más recientes destacan avanzados sistemas hidráulicos, como una cisterna utilizada para almacenar agua y maíz, lo que refuerza la idea de que esta ciudad era un centro político y económico influyente en la región.
La apertura de Ichkabal, prevista para el 14 de septiembre, coincide con las fiestas patrias mexicanas y se enmarca en una serie de iniciativas que buscan fortalecer el turismo en la región. Este evento también está ligado al ambicioso proyecto del Tren Maya, que conectará Ichkabal con otras zonas arqueológicas como Kohunlich, Dzibanché y Kinichná, abriendo una nueva ruta para los turistas interesados en explorar las joyas del mundo maya.
Con la apertura de Ichkabal, México amplía su oferta arqueológica, brindando a los visitantes la oportunidad de descubrir uno de los centros políticos más antiguos y monumentales de la civilización maya. Mientras Chichen Itzá sigue siendo un ícono indiscutible, Ichkabal emerge con la promesa de ofrecer una experiencia igualmente impactante, conectando el pasado milenario con el presente a través del turismo cultural y la conservación del patrimonio.