A partir de esta semana, los automovilistas en México enfrentarán un incremento en el costo de las gasolinas y el diésel, luego de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) decidiera eliminar el subsidio que hasta ahora aplicaba al Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS). Esta medida, que afectará directamente a quienes utilizan gasolina Magna, Premium y Diésel, entrará en vigor justo antes del próximo fin de semana largo por las fiestas patrias.
Con el retiro total del subsidio, los conductores tendrán que pagar el 100% del IEPS, lo que implicará un aumento en el precio por litro de los combustibles. De acuerdo con la SHCP, los nuevos incrementos serán los siguientes:
- Gasolina Magna: Aumento de 6.17 pesos por litro.
- Gasolina Premium: Aumento de 5.21 pesos por litro.
- Diésel: Aumento de 6.78 pesos por litro.
El titular de la SHCP, Rogelio Ramírez de la O, confirmó que esta medida también afectará a los autotransportistas que dependen del diésel para su actividad diaria, lo que podría tener un impacto en sectores como el transporte de mercancías.
¿Qué es el IEPS y cómo afecta el precio de los combustibles?
El IEPS es un impuesto que se aplica en México a productos como el alcohol y las gasolinas, y ha estado vigente desde 1980. Es uno de los ingresos fiscales que el gobierno utiliza para regular ciertos sectores de consumo y, a su vez, recaudar fondos. En el caso de las gasolinas, este impuesto ya viene incluido en el precio final que los consumidores pagan al cargar combustible, y puede observarse en el desglose de los recibos de compra.
Aunque durante parte de este año la gasolina Magna había contado con pequeños subsidios al IEPS, la gasolina Premium y el diésel no han tenido tales estímulos. Ahora, con la eliminación del subsidio para todos los tipos de combustibles, los precios aumentarán a partir del sábado 7 de septiembre, y esta medida estará vigente al menos hasta el viernes 13 de septiembre.
Implicaciones para los conductores y el transporte
El retiro del subsidio al IEPS significa un incremento considerable en el gasto diario de los conductores, especialmente para aquellos que utilizan gasolina Magna, el tipo más común en el país. Además, los transportistas que dependen del diésel también verán un aumento en sus costos operativos, lo que podría traducirse en un encarecimiento en los precios de productos y servicios, especialmente en aquellos que requieren transporte a larga distancia.
El gobierno justifica esta medida como parte de su estrategia fiscal, pero para los automovilistas y transportistas, este ajuste representa un golpe directo a sus bolsillos justo en un momento en que la inflación y el aumento de precios siguen siendo temas de preocupación generalizada en México.