La semita, un delicioso manjar típico de Lerdo

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El comienzo de la popularidad de la semita en Lerdo se cree que fue en 1910, cuando un español conocido como don Canuto llegó con la receta de una nueva especie de pan con un hueco en su interior como principal característica. Con el paso de los años, esta preparación se ha convertido en un manjar típico de Ciudad Jardín.

Las semitas son más grandes y gruesas que las tradicionales gorditas, además su sabor único puede ser tanto salado como dulce.

La versatilidad de las semitas es parte de su encanto y se pueden disfrutar con un sinfín de combinaciones. Las saladas, por ejemplo, se distinguen por tener un color blanco que pareciera que están crudas y se asemejan al pan árabe, además de quedar bien con todos los guisos de las gorditas laguneras, también se pueden preparar al igual que una hamburguesa o servirse con cremas.

Para las semitas dulces, de una tonalidad marrón y un olor a caramelo, también la imaginación no tiene límites, y quedan bien con mantequilla, crema de cacahuate, mermeladas, queso crema, nutella, e inclusive todo esto combinado con frutas naturales. También se pueden considerar veganas y dietéticas, al no contar con ningún producto de tipo animal y ser un pan ligero. Desde hace 13 años que el matrimonio conformado por Graciela de Anda y su esposo Juan Carlos García Marmolejo se dedican a la fabricación de las tradicionales semitas para rellenar, actualmente su empresa se llama “Gracianda” y gozan de gran popularidad no solamente en el municipio de Lerdo sino en diferentes ciudades de la región Lagunera, tanto de Coahuila como Durango, en donde comercializan su producto.

El surgimiento de su negocio, como todos, tiene detrás una historia de esfuerzo y sacrificio que debieron atravesar para alcanzar la fama que actualmente gozan. Historia Juan Carlos García, originario de Lerdo, y de profesión Médico Veterinario Zootecnista, junto con su esposa Graciela de Anda, nacida en Gómez Palacio, se fueron a vivir a Estados Unidos para aprovechar una oportunidad de trabajo que le ofrecieron a él en un establo para cuidar unas cabezas de ganado. 

En ese tiempo alejado de su tierra, sus tradiciones y costumbres, empezó a imaginar el proyecto de una empresa dedicada a la elaboración de las semitas, las cuales probaba cada vez que sus padres lo visitaban en el vecino país del norte y le llevaban una dotación. Su esposa Graciela recuerda que escuchaba el planteamiento de su esposo, sin embargo, no creía que fuera a tener éxito. Pese a la incertidumbre, él empezó a comprar maquinaria. Una vez que se venció el permiso de trabajo en Estados Unidos, decidieron regresar, más por Carlos que por Graciela. Para ella, al principio era difícil pensar en volver a La Laguna y principalmente abrir un negocio dedicado a la elaboración de semitas para rellenar debido a que no le veía futuro, “tuvimos varias discusiones al respecto, pero bueno, desde allá (Estados Unidos) empezó a comprar las máquinas y tuve que doblar las manos”.

Luego de obtener información sobre la historia de las semitas, escarbar para encontrar la receta original y estudiar a fondo la preparación desde la mezcla de los ingredientes hasta su cocción, Juan Carlos, ha desarrollado el negocio, inclusive con la creación de nuevas máquinas que le han permitido hacer más eficiente su trabajo hasta el día de hoy. Entre estos inventos, uno de los más importantes es el horno eléctrico-mecánico que construyó junto con un equipo integrado por ingenieros, eléctricos y albañiles.

La finalidad era construir una estructura con los beneficios de cocedor de adobe o ladrillo tradicional, pero con mayor eficiencia y capacidad de producción. El resultado fue un horno de alrededor de 7 metros de largo que funciona a través de un sistema eléctrico y mecánico, pero su bóveda está fabricada de ladrillo y cemento. En su interior, en forma de arcos, cuenta con unas estructuras de metal que se encienden y producen un fuego intenso. Como una especie de máquina tortilladora, va pasando cada una de las piezas a través del largo del horno, y al final, el resultado es una deliciosa semita perfectamente cocida y lista para rellenar.