Además de las extorsiones y amenazas que enfrentan desde hace años, los productores y trabajadores del limón en la Tierra Caliente de Michoacán ahora deben lidiar con un nuevo peligro: minas explosivas dejadas por grupos criminales.
En los últimos doce meses, estos artefactos han cobrado la vida de 14 personas, entre jornaleros, productores, niños, policías y militares. Además, se han registrado al menos 16 heridos. Sin embargo, el miedo no ha detenido la actividad agrícola, pues el limón es el sustento de muchas familias en la región.
“Los caminos están minados”
Ignacio Ochoa Valle, productor de limón y transportista del fruto, describe el miedo con el que vive día a día.
“Me levanto con mucha incertidumbre; veo a mis hijos al salir y solo voy pensando en si voy a volver o no. Estamos en una zona de guerra. Los caminos están minados”, relata.
Los callejones y brechas rurales que comunican los pueblos con las huertas se han convertido en un terreno peligroso no solo para trabajadores, sino también para niños que los atraviesan rumbo a la escuela.
A solo 15 minutos de una zona donde las fuerzas de seguridad han desactivado una decena de explosivos, Evaristo Jiménez Sánchez, cortador de limón, enfrenta la misma angustia cada jornada.
“Aquí vivimos con mucho miedo. Vamos a cortar limón y tememos pisar una mina. Hace poco, en un pueblo cercano, un señor iba a caballo y la explosión casi lo destroza. Nos preocupa que nos pase lo mismo y no queremos dejar solos a nuestros hijos”, dice.
Violencia y riesgo latente
Los responsables de la colocación de estos explosivos son principalmente el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Viagras, unidos bajo el Cártel Michoacán Nueva Generación. La violencia en la región ha escalado a niveles alarmantes, mientras que las autoridades intentan desactivar los artefactos en medio de un conflicto que parece no tener fin.
A pesar del peligro, los limoneros no pueden detenerse. Su trabajo es su única fuente de ingresos, aunque cada jornada represente un riesgo mortal. En Michoacán, la cosecha de limón continúa, pero con la constante amenaza de que el siguiente paso pueda ser el último.