Ciudad de México.- La feroz lucha entre las facciones del Cártel de Sinaloa, encabezadas por Los Chapitos y el hijo de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, ha intensificado la violencia en varios estados del norte de México.
Este conflicto, que inicialmente afectaba a Sinaloa, ha comenzado a extenderse hacia Sonora, Baja California, Chihuahua y Durango, desatando una ola de temor entre la población local y provocando el cierre temprano de negocios y la ausencia de gente en las calles.
El detonante del enfrentamiento entre las dos principales facciones del Cártel de Sinaloa fue la acusación de ‘El Mayo’ Zambada contra Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, a quien Zambada responsabiliza de su captura en julio pasado. Desde entonces, más de 60 personas han sido asesinadas en Sinaloa, según cifras oficiales, y la tensión sigue en aumento.
Esta guerra interna representa la mayor fractura del Cártel de Sinaloa en la última década, y aunque la violencia ha sido contenida en parte, las autoridades temen que el conflicto siga expandiéndose a otras regiones.
Uno de los primeros sitios donde la violencia ha salido de control es Ciudad Obregón, Sonora, al sur de Sinaloa. La ciudad, que ya tiene uno de los índices de homicidios más altos del país, amaneció el pasado domingo bajo el ruido de ráfagas de disparos. Las colonias Misión Sol, Cajeme y el sector Prados del Tepeyac vivieron momentos de pánico cuando se escucharon disparos cercanos a parques y zonas públicas. Aunque solo se reportó un herido, los habitantes temen que este sea solo el comienzo de una escalada mayor.
Eduardo López, periodista local de Ciudad Obregón, indicó que la violencia ha crecido desde 2012, pero hasta hace poco los asesinatos se dirigían principalmente a miembros del crimen organizado, con poco impacto en la vida cotidiana de la ciudadanía. Sin embargo, en los últimos meses, la población en general ha empezado a sufrir las consecuencias de los tiroteos y enfrentamientos en las calles.
La Fiscalía de Sonora arrestó a una persona, identificada como Brandon “N”, quien fue capturado mientras huía con varias armas largas en la Carretera Internacional. Aunque las autoridades han negado que este evento esté relacionado directamente con el conflicto entre Los Chapitos y El Mayo Zambada, los incidentes violentos en la región han aumentado desde la explosión de la guerra interna del Cártel de Sinaloa.
El conflicto también ha llegado a Chihuahua, donde el pasado 20 de septiembre se encontraron 11 cuerpos en el municipio de Ojinaga, una zona que comparten ambas facciones del Cártel de Sinaloa. El fiscal estatal, César Jáuregui, descartó que las muertes estén relacionadas, pero no descartó la posibilidad de que grupos delictivos estén aprovechando la fractura en el cártel para ganar territorio.
Las autoridades en Chihuahua y Sonora temen que el conflicto desate un “efecto cucaracha”, donde los enfrentamientos de un estado se expandan hacia otros territorios.
El recrudecimiento de la violencia ha provocado que el país vuelva a registrar cerca de 100 homicidios al día, una cifra que recuerda los peores años de la guerra contra el narcotráfico. A pesar de los operativos de seguridad, la población en estos estados vive bajo constante temor. En Culiacán, por ejemplo, el asesinato del abogado Juan Carlos Sánchez Palacios, confundido con un criminal durante un operativo del Ejército, ha incrementado la desconfianza hacia las autoridades y el pánico entre los habitantes.
El impacto de la guerra de narcos en los estados del norte se siente en varios aspectos de la vida diaria. El comercio local ha sufrido un golpe considerable, con negocios que cierran temprano por miedo a enfrentamientos armados. Las escuelas también se han visto afectadas, con niños perdiendo días de clase debido a la inseguridad en las calles. El robo de vehículos y los secuestros han aumentado, según reportan medios locales y habitantes.
La guerra interna del Cártel de Sinaloa también se ha extendido a municipios cercanos a Culiacán, donde las balaceras se han vuelto más frecuentes y la incertidumbre se apodera de los habitantes.
El miedo ha calado profundamente entre la población de estos estados, y pocas personas se atreven a hablar por miedo a represalias. Mientras tanto, las autoridades continúan enfrentando una situación cada vez más complicada, con las facciones del Cártel de Sinaloa disputándose el control del tráfico de drogas sintéticas hacia Estados Unidos, y la población atrapada en medio de la violencia.