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    México es líder en obesidad infantil

    Ciudad de México.- Con el fin de las clases en una escuela pública de la Ciudad de México, los pasillos de vendedores ambulantes se llenan de dulces, frituras y refrescos que atraen a decenas de estudiantes de primaria. Esta escena, repetida diariamente en las puertas de escuelas de todo el país, refleja un problema de salud pública: México es el país con la mayor tasa de obesidad infantil en el mundo, afectando a más de 16 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años.

    El gobierno de Claudia Sheinbaum anunció que, a partir de marzo de 2025, se prohibirá la venta de comida chatarra en las inmediaciones de las escuelas, con la esperanza de fomentar una dieta más saludable entre los menores.

    La Secretaría de Educación Pública (SEP) apunta a promover el consumo de agua y la actividad física desde la educación primaria, aunque expertos, como Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor, advierten que el reto es la implementación de estas normas. Para Calvillo, solo con un compromiso colectivo entre padres, maestros y el personal escolar se podrá generar un cambio real en los hábitos alimenticios de los menores.

    Cristina Shaw, especialista en nutrición, explica que el alto contenido de azúcar, grasas y sal en productos ultraprocesados provoca una respuesta de dopamina en el cerebro, generando una sensación de placer que invita a consumirlos en grandes cantidades. “En niños y adolescentes, donde el autocontrol es menor, este efecto resulta aún más fuerte”, señala Shaw, explicando cómo estos productos se vuelven irresistibles para los menores.

    La obesidad no solo representa un problema de salud, sino también una cuestión de desigualdad. Calvillo subraya que las personas con menos poder adquisitivo son más vulnerables a consumir productos baratos y ultraprocesados, aumentando así su riesgo de obesidad y sobrepeso. Esto se refleja en los hábitos cotidianos de muchas familias, quienes envían a sus hijos a la escuela sin desayunar o les entregan dinero para comprar comida en la calle, lo cual aumenta el consumo de alimentos ultraprocesados.

    En México, el 98 por ciento de las escuelas vende productos chatarra y el 70 por ciento ofrece refrescos. De acuerdo con la organización Mi Escuela Saludable, los estudiantes consumen diariamente un promedio de 500 kilocalorías en este tipo de alimentos dentro de sus planteles.

    Mario Delgado, secretario de Educación, aseguró que los nuevos lineamientos publicados en el Diario Oficial de la Federación en septiembre obligarán a las escuelas a retirar productos con altos contenidos de grasa, azúcar y sodio. Las escuelas privadas y públicas deberán ajustarse a esta normativa, aunque algunos directores, como Roberto Castro, apuntan que la aplicación de la medida será complicada. “No podemos hacer nada si los niños traen papitas o refrescos desde casa”, afirma Castro, director de una escuela en la colonia Del Valle.

    Sin embargo, el problema de los hábitos alimentarios de los menores no se reduce únicamente al ámbito escolar. Shaw advierte que es fundamental contar con un apoyo constante de los padres, quienes deben supervisar el consumo de alimentos en casa. La especialista recomienda no prohibir completamente la comida chatarra, sino regular su consumo para evitar que sea un componente principal de la dieta infantil.

    Durante los últimos 15 años, una tercera parte de las muertes en México se han asociado a enfermedades derivadas de la mala alimentación, como hipertensión, diabetes, obesidad y cáncer, generando enormes gastos en el sistema de salud. En 2010 se establecieron lineamientos para la venta de alimentos en escuelas, aunque solo hasta ahora han sido aprobados como ley, lo que permitirá su supervisión y sanción. Calvillo denuncia que el Estado mexicano ha sido irresponsable respecto a la salud de los niños, argumentando que la industria alimentaria y refresquera ha librado una dura batalla para obstaculizar las medidas sanitarias, recurriendo a amparos e intervenciones legales.

    Aun cuando algunas empresas han comenzado a ofrecer productos saludables, la demanda de productos ultraprocesados sigue siendo alta entre los consumidores. María de los Ángeles, una vendedora de dulces con 34 años de experiencia frente a una escuela en la colonia Roma, explica: “Si prohíben, tendré que vender cosas más sanas, pero el niño siempre busca el dulce, y si no lo consigue aquí, lo encontrará en otro lado”.

    La obesidad infantil es un problema que no solo afecta la salud, sino que se arraiga en el estilo de vida de millones de mexicanos. Aunado a la nueva legislación, la transformación debe pasar por una educación alimentaria efectiva y una cultura de consumo consciente en los hogares.

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