A inicios de este 2024 se registraba ya un máximo histórico en la inversión extranjera directa equivalente a un 9% más de lo que se reportaba para ese mismo periodo del año anterior; el segundo trimestre del año en curso la tendencia se mantiene y se supera de nueva cuenta el máximo ya alcanzado para el primer trimestre, rondado los 31,000 millones de dólares. Es de resaltar, no sólo para elevar el orgullo norteño, sino para confirmar que la transformación agarra parejo, que 77% de la inversión extranjera directa para principios de este año, se mantuvo principalmente en cinco estados del país: Ciudad de México, Nuevo León, Baja California, Veracruz y Chihuahua. Pero no solo eso, sino que, por segundo año consecutivo la reinversión de utilidades extranjeras ha beneficiado a la economía nacional, pero esto se ha propiciado sin duda alguna por la estabilidad económica sumada al panorama que nuestro país muestra a los países extranjeros para la inversión, el cual ofrece incentivos y ventajas competitivas que hacen a México un país atractivo por encima de otras opciones. Lejos de la venezolanización que muchas y muchos vaticinaban -y algunos hasta esperaban para satisfacción propia- podemos hoy decir que la coyuntura idónea que permite ampliar y mejorar los procesos productivos a las empresas no solo ha mantenido, sino que ha atraído a las empresas, quienes reafirman la idoneidad de invertir en México mostrando confianza a sus comunes. Para dar un poco más de claridad a la importancia de este récord histórico, debemos recordar que la inversión extranjera directa es aquella que busca generar vínculos firmes con fines económicos y empresariales que se mantengan a largo plazo, lo que permite aumentar la generación de empleo, propiciando el desarrollo económico y el aumento en la captación de divisas, estimulando condiciones de competitividad e impulsando las exportaciones. Todo esto se traduce en beneficios que permean a toda la economía a través del desarrollo del comercio internacional y por ende, la mejora de las oportunidades laborales, lo que atrae inversión y desarrollo de tecnologías al país. Pero todos estos beneficios no son solo para las empresas inversionistas, sino que se trasladan a los consumidores domésticos quienes pueden obtener muchos más productos a mejores precios. Hoy podemos decir que, la economía mexicana, para lección, sorpresa, o ardor de muchas personas, marchan muy bien de la mano de un régimen que se quiso pintar como autoritario e incluso devastador, pero confirmó ser transformador y benéfico. Quienes esperaban el derrumbe del país y afirmaban que la actual administración no tenía dotes para el desarrollo económico, sino que su expertisse radicaba únicamente en beneficio de la clase trabajadora y las personas menos favorecidas, ahora pueden ver a un país que no ha dejado un beneficio por otro y que además mantiene a Estados Unidos, Alemania y Japón como principales socios comerciales. Esto no sólo beneficia el panorama actual, sino que nos da muestra de la transición de gobierno que se llevará a cabo en próximas fechas, muy distinta a años anteriores en los que el cambio de sexenio resultaba incluso catastrófico para la economía del país; estos y otros indicadores económicos, no hacen más que afirmar que los hechos valen más que los dichos conservadores que buscan mostrar una realidad que solo está en su imaginario; no solo no somos Venezuela, sino que México se consolida con una identidad propia, fuerte y resiliente.