Con 280 mil casos documentados solo en 2024, México se ubica como el segundo país con mayor número de acoso escolar en el mundo, de acuerdo con la organización internacional Bullying Sin Fronteras. A pesar de contar con leyes y protocolos desde hace una década, los especialistas advierten que el problema no se está atendiendo de raíz y los casos siguen aumentando.
La historia de ‘Alfonso’, un niño de 10 años que fue víctima de violencia física dentro de su escuela, ilustra con crudeza lo que miles de niñas, niños y adolescentes enfrentan en los entornos educativos del país. A lo largo de tres ciclos escolares, Alfonso vivió aislamiento, acoso verbal, destrucción de objetos personales, y finalmente una agresión que le dejó la nariz sangrando, sin que el colegio activara los protocolos de atención ni notificara de inmediato a su familia.
“Era un niño de nueve años, en un lugar donde se suponía que debía estar completamente seguro”, relató su madre, Jessica. “Nos sentimos muy lastimados y defraudados”.
Aunque después del incidente el colegio tomó algunas medidas, la respuesta llegó tarde. “Esperábamos más del colegio”, afirmó la familia al señalar la ausencia de protocolos eficaces y la desinformación de las propias autoridades escolares.
México, segundo lugar mundial en acoso escolar
Según el informe anual de Bullying Sin Fronteras, siete de cada diez niñas, niños y adolescentes en México han vivido algún tipo de acoso escolar, aunque muchas veces no lo denuncien. Los 280 mil casos registrados en 2024 corresponden solo a aquellos que derivaron en consecuencias físicas o psicológicas documentadas.
Jesús Villalobos, vocero de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), afirmó que el problema se mantiene por la falta de aplicación de políticas públicas en el nivel local, donde realmente deberían estar operando los protocolos. “La normativa quedó en el papel, pero no en el territorio”, explicó.
Casos emblemáticos que no han frenado el problema
La muerte de Norma Lizbeth en 2023, tras ser golpeada por una compañera; la hospitalización de Fátima este año por el hostigamiento escolar; y el ataque a Juan Pablo en 2022, un niño otomí quemado por compañeros en Querétaro, deberían ser casos paradigmáticos para implementar acciones de fondo. Pero, según Villalobos, lo único que cambia es el nombre de la víctima y la escuela. La violencia se repite.
Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia, indicó que hay un patrón de omisión en todas las instituciones educativas: los reportes de acoso suelen ser desestimados, las soluciones se reducen a acuerdos entre familias, y se privilegia la imagen institucional en lugar del bienestar de la niñez.
“Se cree que el acoso escolar es un problema entre estudiantes, cuando en realidad es un fenómeno que involucra a toda la comunidad educativa”, advirtió.
Una violencia normalizada
De acuerdo con cifras del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, los casos de acoso escolar han aumentado un 205 % entre 2019 y 2024. Además, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación, 28 % de las y los adolescentes entre 12 y 19 años han sido acosados en sus escuelas: una cifra que representa a más de 3.3 millones de estudiantes.
El país cuenta con más de 43 millones de personas entre 0 y 19 años, y no existe un plan nacional activo que priorice políticas de atención al acoso escolar. Villalobos señala que las estrategias actuales están centradas en vigilar y castigar, pero no en educar ni prevenir.
“No hay políticas encaminadas al cambio cultural ni a la recomposición del tejido social. Falta una estrategia nacional de cultura de paz”, añadió.
Urge creerle a la niñez y cambiar el paradigma
Pérez García insistió en que el primer paso es creerle a las víctimas y dejar de normalizar la violencia, así como romper con la idea de que todo recae en el agresor y la víctima. “Quien tiene la responsabilidad de garantizar entornos escolares seguros es la autoridad educativa”, remarcó.
Asimismo, subrayó que la violencia entre estudiantes es reflejo de una violencia social más amplia, muchas veces reproducida en el hogar, la comunidad o incluso por los propios docentes.
“La escuela es el espacio donde los niños aprenden a convivir. Si ahí se permite la violencia, se reproduce en todos los entornos. No se trata solo de castigar, sino de cambiar el entorno educativo en su conjunto”, concluyó.
Mientras tanto, miles de niñas y niños como Alfonso siguen expuestos diariamente a formas de violencia que atentan contra sus derechos, salud emocional y desarrollo. Y, por ahora, México permanece como uno de los países con mayor incidencia de acoso escolar en el planeta.