Jesús Molina Veya tenía 45 años y era mexicano. El 7 de junio fue hallado muerto en una celda del Centro de Detención Stewart, en Georgia, bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE). La versión oficial: “ligadura en el cuello”. Un presunto suicidio. Una explicación escueta. Una muerte más. Otra vez en silencio.
Pero esta vez, México no lo dejó pasar.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) exigió una investigación inmediata, denunciando que no fue informada de forma oportuna por las autoridades estadounidenses, lo que impidió la asistencia consular debida. ICE no avisó a tiempo; el gobierno mexicano llegó tarde a una historia que, como muchas otras, se cuenta cuando ya no queda a quién escuchar.
Este caso no es aislado. Solo desde 2021, al menos 18 mexicanos han muerto bajo custodia del ICE. En Georgia, tres de esas muertes están bajo investigación por presunta negligencia médica. Stewart, donde murió Molina, ha sido señalado repetidamente por condiciones insalubres, abuso psicológico y falta de acceso a atención médica. La misma historia, con diferentes nombres.
¿Dónde están los límites de la responsabilidad del gobierno mexicano? ¿Y dónde empieza la rendición de cuentas del gobierno estadounidense? Las muertes bajo custodia migratoria no son simples estadísticas: son resultado de sistemas que criminalizan la pobreza, castigan la migración y operan sin transparencia. Cuando los centros de detención funcionan como cárceles sin juicio ni defensa, el riesgo no es solo la deportación, sino la muerte impune.
Molina fue detenido primero en una prisión estatal en Jackson, antes de ser transferido al centro migratorio. Los detalles de su situación legal y de salud aún son difusos. Lo cierto es que terminó bajo llave, en un sistema que lo invisibilizó hasta el final.
México promete seguir el caso. El Consulado en Atlanta está en contacto con el Buró de Investigaciones de Georgia (GBI). Pero más allá de notas diplomáticas, este caso exige acción política y voluntad real: una defensa activa y preventiva, no sólo reactiva. Porque cuando el Estado llega solo a recoger el cuerpo, ya llegó demasiado tarde.