En la Ciudad de México, cualquier trayecto en el transporte público puede convertirse en una historia surrealista digna de la sección “México Mágico”. En esta ocasión, el protagonista de nuestra anécdota es un pasajero que, tras un largo día laboral, cometió un error imperdonable en el Metro: quedarse dormido.
Todo sucedió en la Línea 7 del Metro CDMX, cuando este usuario, rendido por el cansancio, decidió cerrar los ojos y entregarse a una siesta durante su trayecto. Para su desgracia, el sueño se extendió mucho más de lo previsto, y cuando finalmente despertó, ya había pasado varias estaciones, terminando su viaje en Tacubaya. Pero su odisea apenas comenzaba.
Al bajarse del tren, fue interceptado por un oficial del Metro, quien lo detuvo por lo que parece ser una “falta administrativa”: quedarse dormido. Sorprendido, el pasajero fue trasladado a la estación Santa Anita, en la Línea 5, donde la situación dio un giro inesperado. Aún desorientado por su repentino arresto, el oficial le planteó una opción que sonaba sacada de una comedia absurda: pagar dos mil pesos para evitar pasar 74 horas arrestado.
Confundido y con el pánico instalándose, el pasajero recurrió a sus amigos enviando un mensaje desesperado: “¡Ayuda! Estoy detenido en Santa Anita por quedarme dormido en el Metro, ¡me piden más de dos mil pesos o me arrestan por 74 horas!”.
Este curioso mensaje, que rápidamente se volvió viral en redes sociales, generó indignación y risas por igual. Pero la historia no termina ahí. La realidad es que las multas por este tipo de infracciones en el Metro CDMX, aunque elevadas, no incluyen tal cantidad de horas de arresto. Según la normativa, las sanciones oscilan entre 2,178 y 3,112 pesos, dependiendo de la Unidad de Medida y Actualización (UMA). En caso de no pagar, el castigo varía entre 25 y 36 horas de arresto, o bien entre 12 y 18 horas de trabajo comunitario, bastante lejos de las exageradas 74 horas que nuestro somnoliento pasajero mencionó.
El apodado en redes como “El Viajero Soñador del Metro” ha aprendido la lección: una siesta en el transporte público puede salir muy cara, tanto en términos económicos como en aventuras dignas de un cuento urbano. Este episodio es solo uno más que se suma al sinfín de historias que alimentan la fama del Metro CDMX como un verdadero crisol de situaciones insólitas.
Así que, ya saben, si alguna vez sienten el cansancio apoderarse de ustedes mientras viajan en el Metro, mejor manténganse despiertos.