El gusano barrenador no solo ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias mexicanas, sino que ha provocado un colapso histórico en las exportaciones ganaderas del país hacia su principal socio comercial: Estados Unidos. De acuerdo con el Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne), entre enero y abril de 2025, las ventas de bovinos vivos cayeron 60 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
En 2024, México había colocado 485 mil cabezas de ganado en el mercado estadounidense durante los primeros cuatro meses del año. En contraste, en 2025 la cifra apenas llegó a 195 mil. El golpe fue particularmente severo en enero, cuando, por primera vez en años, no se exportó ni una sola cabeza de ganado a Estados Unidos.
La causa: una creciente crisis zoosanitaria detonada por la reaparición del gusano barrenador, una plaga devastadora que afecta al ganado y cuya detección en territorio mexicano obligó al cierre temporal de la frontera desde finales de 2024.
Ernesto Salazar Castillo, gerente de Estudios Económicos y Comercio de Comecarne, explicó que México depende en gran medida del mercado estadounidense para su industria ganadera. “Exportamos alrededor de un millón 250 mil cabezas de ganado por año y definitivamente una restricción sí conlleva una afectación”, señaló.
El modelo de negocio entre ambos países se basa en la exportación de animales vivos —principalmente becerros y vaquillas— que son engordados y sacrificados en Estados Unidos. Esta dinámica permite a los productores mexicanos aprovechar el valor agregado del ciclo final del ganado al otro lado de la frontera.
Sin embargo, el impacto sanitario ha sido decisivo. Macarena Hernández, directora general de Comecarne, subrayó que el riesgo de contagio es demasiado alto para permitir el ingreso de ganado infectado a Estados Unidos, pues las pérdidas económicas para ese país podrían superar los mil millones de dólares anuales.
En mayo de este año, una nueva pausa de dos semanas volvió a suspender las exportaciones. Aunque todavía no se han cuantificado los efectos de ese nuevo cierre, Hernández advirtió que el futuro del comercio ganadero dependerá de los acuerdos bilaterales que logren alcanzarse. “Vamos a esperar a ver cuáles son los acuerdos que tienen los gobiernos y si se puede restablecer el flujo comercial en ciertas condiciones”, afirmó.
Mientras tanto, miles de productores en el norte del país enfrentan pérdidas crecientes y un escenario incierto, a la espera de que se contenga la plaga y se reactive el comercio con su principal cliente internacional.