En el debate de los usuarios agrícolas de La Laguna por los bajos almacenamientos, la discusión del plan presidencial para disponer agua de las presas para potabilizarla, así como los conflictos que se registran en estados vecinos, en Durango la presa Lázaro Cárdenas “El Palmito” se muestra incólume y a sus 74 años de su construcción, se puede catalogar como una obra longeva, pero muy conservada y segura.
Actualmente la presa Lázaro Cárdenas tiene un almacenamiento de 1,302 millones de metros cúbicos, lo que equivale a un 47% de su capacidad de almacenamiento y la perspectiva que se tiene a fin de año es llegar a los 1,650 millones de m3, por lo que sumados a los 180 millones de metros cúbicos que se tengan en la presa reguladora Francisco Zarco “Las Tórtolas” podrán estar en condiciones de disponer posiblemente de unos 800 millones de metros cúbicos para el siguiente plan de riegos 2021, para ejercer un ciclo agrícola restringido, pero seguro para mantener la actividad agrícola del Distrito de Riego 017 y cumplir con el decreto presidencial que norma la operación del sistema de presas.
En visita a esta magna obra de infraestructura hidráulica, Filemón Rodríguez Castillo, director de Infraestructura Hidroagrícola del Organismo de Cuencas Centrales del Norte de la Comisión Nacional del Agua, sostiene que en ello la presa es revisada en forma permanente, en particular en las etapas previas y posterior a los ciclos de riego para lo que fue creada a fin de cumplir su objetivo que es almacenar volúmenes de agua en periodos de lluvia para luego disponer de ella en la época de estiaje a través de un riego controlado, pero además para regular los escurrimientos, evitar contingencias y proteger de inundaciones a las poblaciones ubicadas aguas abajo desde Rodeo hasta San Pedro.
En ese sentido, el funcionario sostiene que los componentes de la presa “El Palmito” son cuatro: el vertedor, la obra de toma, la cortina y la casa de máquinas. Recorrido por sus entrañas En el recorrido de MILENIO por esta estructura, se visitó la obra de toma ubicada poco antes de llegar a la cúspide de la cortina desde la cual se aprecia el enorme espejo de agua de este lago impresionante cuya belleza natural queda plasmada en la memoria para siempre.
La sola cortina tiene 105 metros de altura y una longitud de 400 metros. El acceso a la obra de toma es restringido y sólo es posible con el acompañamiento de funcionarios de Conagua. Aquí se encuentra un gran socavón con dimensiones para una canastilla gigante que es movida por una gran grúa que se utiliza sólo para ascenso y descenso de piezas que son removidas en los trabajos de conservación y mantenimiento de los túneles localizados a 80 metros de profundidad.
Además existe un elevador para bajar a esa misma profundidad al punto conocido como la galera de válvulas, lo que se convierte en toda una experiencia desconocida, pues al ir descendiendo la presión aumenta y la tensión de los visitantes también al escuchar el sonido del “lloriqueo” de las filtraciones tanto naturales como inducidas del agua, que al final sirven para la propia conservación de la gran cortina.
La operación de estos sistemas de seguridad se da con energía eléctrica, pero además cuentan con dos plantas de emergencia tanto aquí en la obra de toma, así como en el vertedor para poder operar en caso de contingencias. Anexo al pié de la cortina, tienen una planta de energía solar que es utilizada para la iluminación del entorno a la infraestructura.
Mario Hernández, residente Especializado de Instrumentación de Presas de la Conagua, explica que la función aquí es de mantenimiento y conservación de las válvulas de los tres grandes túneles por los que se trasvasa el agua tres veces por año de la presa hacia el río Nazas hasta llegar a la presa reguladora Las Tórtolas y ahí hacia aguas abajo hasta llegar a la red de canales.
Los trabajos de conservación se realizan durante el año y aseguran que pese a los recortes presupuestales que ha venido aplicando el gobierno federal, este rubro no ha registrado modificaciones, lo que garantiza que se continúen ejerciendo dicha conservación. Arriba, al borde de la cortina y a espaldas de la gran escultura en cantera donde parecen vigilantes las esfinges del General Cárdenas flanqueado por ingenieros civiles y una familia campesina, se ubica la Casa de Máquinas, donde se tiene el mecanismo de apertura y cierre de túneles que funciona con controles de última generación.
Al entrar, en lo alto del galerón se observa casi en el techo una grúa que puede desplazarse a lo largo del área que es utilizada cuando se requiere remover las pesadas placas de acero que sirven de cuchillas o tapones de las compuertas de emergencia. Dentro de la misma estancia se observa un cuarto de control ya en desuso que en 1945, al arranque de la presa, fungía como el mecanismo de control a base de baterías, pues no había energía eléctrica directa.
De esta manera, la Conagua asegura que la presa “El Palmito” se mantiene en condiciones óptimas de seguridad y operación, a fin de seguir cumpliendo con su misión y objetivo: salvaguardar a la población de futuras avenidas y garantizar un ordenado plan de riegos que dé sustento y productividad a los productores agrícolas de la región.
MILENIO