Evelin Maxcim López Hipólito vendía dulces desde los primeros semestres de Ingeniería Química en la Universidad Veracruzana, en Coatzacoalcos, años más tarde la joven de 25 años presume orgullosa su título universitario en una foto que se hizo viral en redes sociales en una banca del campus.
“En la banquita donde vendía dulces, con mi título “, escribió la joven en su cuenta de Facebook, esta publicación iba acompañada de una foto en la que muestra su título universitario, misma que ha sido compartida casi 10 mil veces.
“La banca es como algo representativo, realmente mi negocio como tal era principalmente en los salones. Yo andaba con la maletita por toda la escuela, nunca tuve un lugar fijo para vender, pero a veces ahí era mi estación y se me acercaban a comprar dulces”.
Hija de madre y padre taxistas, Evelin inició vendiendo dulces porque vio la necesidad de apoyar a sus papás en el aspecto económico para sus estudios. “Mi hermana acababa de entrar a la universidad y tenía la necesidad de hacer algo, no quedarme con los brazos cruzados”.
Con ese dinero Evelin cubría sus gastos universitarios, pasajes y comida personales en la universidad.
Se tituló por tesis. “Tuve la oportunidad de ir a un centro de investigación en Yucatán y realizo un proyecto de investigación que llevó por nombre ‘Efecto de la modificación superficial de películas poli con hidróxido de sodio, sobre sus propiedades fisicoquímicas’. Va enfocada a polímero de origen natural”.
“Se hicieron pruebas para que este fuera adaptable de forma estable física y químicamente cuando se le hacen tratamientos para que se pueda utilizar en la biomedicina en implantes, fármacos o cosas de uso común como botellas o telas”, explica y lamenta que por costos resulta ser un material no rentable, pero destaca que es biodegradable y biocompatible.
Evelin realizó su estancia en el Centro de Investigación Científica de Yucatán y esta experiencia le dejó un buen sabor de boca. “Tengo como meta seguir con mis estudios, regresar al centro de investigación y retomar el tema porque es muy interesante”. La pandemia también afectó su crecimiento en este centro de investigación, pues no pudo concluir su estancia.
Sus padres, de 46 y 48 años de edad, están orgullosos por su logro académico y por la viralidad que tuvo su historia. “Ellos me acompañaron el día que fui por mi título se sorprendieron por la viralidad y están orgullosos porque medio mundo sepa que ya estoy titulada”, dice entre risas. “Disfrutan que mi esfuerzo haya sido reconocido”.
Sus ganancias se distribuían también para tener un fondo de ahorro que destinaba a algunos cursos que impartían en su universidad y que tenían un costo monetario. “Tuve la fortuna de que me buscara el Conacyt por mi promedio y me becaron, así fue como acudí a Yucatán para realizar mi estancia”.
Cuenta que de inicio le daba pena vender dulces, a pesar de que ya había trabajado en otras cosas. “La pena se me fue quitando. Un maestro me apoyaba mucho en mi venta, como nos tocaba dos horas seguidas de clase con él y entonces hacía una pausa ‘bueno, si quieren ya pueden pasar a comprarle a la compañera’, daba unos cinco o 10 minutos. Mis maestros me apoyaban de esa forma”, recuerda.
Evelin realizaba viajes diarios de aproximadamente una hora en transporte público donde cargaba con sus libros, su mochila y la maleta de dulces que llegaba a pesar hasta seis kilos.
“Todos aquellos que están pasando por una situación difícil y que sienten que no van a lograr una meta, que le echen ganas, el camino nunca va a ser fácil. Las cosas fáciles no se disfrutan tanto como aquellas que te costaron. Cuando tienes una meta y estás luche y luche y lo consigues la satisfacción es enorme”.