Maletas llenas de dulces, papitas y gomitas: así burlan los alumnos la reciente medida de salud escolar.
Lo que comenzó como una estrategia para fomentar hábitos saludables en las escuelas, ha desencadenado una reacción inesperada: alumnos han comenzado a organizar una venta clandestina de alimentos “chatarra” dentro de los planteles, desafiando abiertamente la reciente prohibición que entró en vigor a finales del mes pasado.
De acuerdo con testimonios recogidos entre padres, docentes y estudiantes, se ha detectado que algunos alumnos ingresan al plantel con mochilas o maletas ocultas que contienen dulces, frituras, gomitas, chocolates y otros productos procesados, los cuales son vendidos entre compañeros durante los recreos o en momentos de descuido del personal escolar.
“Era cuestión de tiempo”, comentó un docente que prefirió mantener el anonimato. “Los chicos encontraron rápido la forma de conseguir lo que no pueden comprar en la tiendita. Algunos ya hasta tienen ‘clientes frecuentes’”.
La medida de prohibir alimentos con alto contenido calórico, azúcares añadidos y sodio, impulsada por autoridades educativas y de salud, buscaba combatir el creciente problema de obesidad infantil en México. Sin embargo, la falta de alternativas atractivas y la fuerte cultura del consumo de este tipo de productos parecen haber incentivado el surgimiento de este mercado paralelo.
Padres de familia también se muestran divididos. Mientras algunos apoyan la medida por motivos de salud, otros señalan que no se ha trabajado en una educación nutricional adecuada y que los niños simplemente “se las ingenian” para seguir comiendo lo que les gusta.
Expertos en salud y pedagogía advierten que más allá de la prohibición, se requiere una estrategia integral que incluya orientación alimenticia, opciones saludables accesibles y el involucramiento de la comunidad escolar. “Prohibir sin educar genera resistencia. Lo estamos viendo reflejado en estas ventas clandestinas”, explicó una nutrióloga consultada.
Por ahora, el dilema está servido: ¿control estricto o educación consciente? Mientras tanto, los pasillos escolares se han convertido en corredores improvisados de golosinas, donde el sabor de lo prohibido parece vender más que nunca.