Con la invasión a Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, está “poniendo en juego el destino de Rusia”. Siendo el riesgo máximo, no se conformará con algo menos que la victoria. La gran pregunta es “qué es para él la victoria”. Es el análisis que, en entrevista con EL UNIVERSAL hace Steven Lee Myers, autor de El Nuevo Zar. Ascenso y dominio de Vladimir Putin.
Corresponsal para el diario The New York Times, Lee Myers advierte que, aislado, sin confiar en alguien, convencido de que tiene la razón, aunque la realidad indique lo contrario, porque no hay quien se atreva a decírselo, Putin está dispuesto a llegar lejos, con tal de proteger lo que él considera “el bienestar y la seguridad del Estado ruso”. Y en ese sentido, nada es descartable, ni siquiera un ataque nuclear. Rusia, explica, tiene claro que usará las armas nucleares en caso de una “amenaza existencial”. Lo que nadie sabe es qué puede considerar Putin una amenaza de ese tipo. Y por eso, la incertidumbre es total.
Escribió su libro hace algunos años. Justo después de la anexión de Crimea, en 2014, y mucho antes de la invasión que inició Rusia el 24 de febrero. En él habla de los orígenes del presidente Vladimir Putin, su experiencia en la KGB y su ascenso al poder. ¿Qué relación tienen todos los elementos que describe con lo que está pasando en estos momentos?
—Lo que ocurrió en 2014 prepararon el escenario para lo que estamos viendo ahora. En algunos aspectos, la invasión de Ucrania no comenzó el 24 de febrero, sino en febrero de 2014, y creo que gran parte del mundo siguió adelante, y olvidó lo que pasó con la anexión de Crimea y la intervención de las fuerzas rusas en el Donbás, en el este de Ucrania. Pero todo eso continuó. Hubo muchas sanciones, y enojo. Y afuera de Ucrania, Rusia, todo ese enojo se volvió parte del pasado y se olvidó. Pero en Rusia no ocurrió así. Era un asunto sin terminar y me parece que Putin siente que está completando el asunto que no terminó del colapso de la Unión Soviética, que ha llamado la peor catástrofe política del siglo 21, en el sentido de que dividió a Rusia.
Particularmente con Ucrania, siente que este país fue separado de la madre patria. Y creo que tiene que ver con la forma como creció, sus experiencias personales en Ucrania, adonde viajó para su luna de miel. Es una noción romántica de Ucrania siendo parte del Gran Imperio ruso. Es lo que lo ha motivado casi todo el tiempo que lleva en el poder, y creo que llegó un punto en el que sintió que estaba perdiendo esa lucha de mantener a Ucrania bajo el brazo ruso. Y culpa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por eso, culpa a Estados Unidos por eso, y en menor grado a la Unión Europea. Obviamente sintió que no podía seguir permitiendo que Ucrania se le fuera de las manos. Creo que se cegó respecto del papel que jugó la propia Rusia en alejar a Ucrania, incluyendo la anexión, incluyendo la guerra en el Este. Fue un error de cálculo. Él pensó que la gente en Ucrania se sentía respecto de Rusia como él se sentía respecto de Ucrania. Fue una lectura totalmente equivocada de la identidad ucraniana.
Si esta guerra es la continuación de un asunto que el presidente ruso había dejado sin terminar. ¿Cree que este tiempo transcurrido desde 2014 le sirvió para meditar en todas las sanciones, todas las consecuencias que traería una invasión? Porque en aquel entonces también las hubo, pero él terminó anexionándose Crimea.
—Creo que le falló el cálculo, no sólo con Ucrania, con el pueblo ucraniano y la disposición de éste para luchar por su país, sino con la respuesta del resto del mundo. Parte de eso tiene que ver con que, si bien las sanciones de 2014 fueron significativas, no fueron tan grandes como para que Rusia no pudiera absorber el golpe. Encontraron nuevos inversionistas, como China, por ejemplo. Creo que quizá Putin pensó que esta vez las sanciones no serían mucho mayores que entonces. Y fue un gran error de cálculo. Hemos visto una unión sobresaliente de parte de la Unión Europea (UE). Olvidémonos de Estados Unidos por un segundo. Los alemanes, por ejemplo, que siempre fueron muy cautos a la hora de imponer sanciones a Putin, y siguen siéndolo, tratándose del gas natural, se unieron y han impuesto sanciones mucho más significativas que la vez anterior, al punto de cortar sus reservas naturales. Y eso ha sido ha sido un gran golpe para la economía rusa.
En el caso de China, si bien retórica, diplomática y políticamente apoya a Rusia, hasta ahora se ha apegado al tema de las sanciones. No están imponiendo las suyas propias, pero no están poniendo en peligro sus propios negocios con Occidente al negociar con Rusia. El impacto esta vez podría ser mucho mayor, aunque aún es muy pronto para decir si Rusia podrá sobrevivir o no.
En su libro describe a Putin como una figura dispuesta a correr cualquier riesgo si le conviene, por lealtad o sencillamente porque podía hacerlo. ¿Qué tipo de riesgo constituye la invasión que estamos viendo?
—Es el riesgo máximo. Está poniendo en juego el destino de Rusia. Una invasión de esta escala, cualquiera que haya sido la razón, siempre va a ser una apuesta. En 2003, cuando la guerra en Irak, un reportero preguntó: ‘Dime cómo termina esto’. Y es la pregunta que me he hecho desde el principio de esta invasión, que no creí que ocurriera. No estoy seguro que Putin haya tenido una respuesta. Creo que pensó, y así se ha reportado, que el pueblo ucraniano lo recibiría con los brazos abiertos, que el gobierno ucraniano caería rápidamente, que estaba devolviendo el gobierno apropiado a Ucrania. Pero la abrumadora mayoría de los ucranianos no lo ve así.
¿A quién o a qué le es leal Vladimir Putin?
—En su momento, él dijo que nunca confiaba en nadie, excepto sus amigos más cercanos. Y creo que tiene que ver con haber sido parte de la KGB. Pero también es típico de Rusia. El sistema soviético creó una gran desconfianza entre la sociedad. Por su temperamento, por su personalidad, no es el tipo de persona que confíe en los demás. En cambio, quiere ver lealtad, y la recompensa, y ha hablado muchas veces de la gente que traiciona la lealtad al Estado.
Pero sin confiar en alguien, entonces ¿quién tiene su oído, a quién escucha?
—La invasión de Crimea se decidió entre cuatro o cinco personas. En la invasión actual, podría ser un grupo incluso más pequeño. No fue algo ampliamente compartido, ni siquiera en los círculos de seguridad. Y aparentemente ni siquiera con las unidades enviadas al frente, a las que se les dijo que se trataba de un ejercicio. No hubo un esfuerzo para preparar al aparato mediático, o al liderazgo político. Y quizá ni siquiera a otros miembros del gabinete, asesores o ministerios. Tal vez por eso en los primeros días hubo una reacción muy confusa en el gobierno ruso sobre el asunto.
Hablamos de una invasión a Ucrania. Pero al mismo tiempo, se trata de una confrontación con Occidente. ¿Qué significa para Putin?
—En un nivel básico, siendo justos con él, creo que él diría que su meta es la seguridad y bienestar del Estado ruso. Pero el asunto se vuelve más complicado cuando se trata de saber qué significa para él el Estado ruso. Creo que en gran medida es su poder personal, no sólo político y económico, y los beneficios y ganancias del sistema para quienes son cercanos a él, no sólo en su círculo más estrecho, sino todas las personas que ha conocido, y se han enriquecido durante el tiempo de Putin en el poder. En estos momentos, su principal ambición es proteger ese sistema, proteger el ‘Putinismo’. A nivel personal y político. Él creyó que esta guerra era esencial para ello, si no, no lo habría hecho. Y lo oímos hablar de los nazis, los neonazis en Ucrania. Él piensa que todo eso es verdad. No le están diciendo, no se reúne con personas que pongan en duda todo eso que él cree, que estén dispuestas a decirle. ‘No, eso no es lo que está pasando en Ucrania’.
En Estados Unidos, al menos, hay un debate sobre si la expansión de la OTAN fue una buena idea, o sobre si Estados Unidos de alguna manera provocó lo que está pasando. Pero es absurdo, porque sin importar lo que se piense de Estados Unidos, no estaba a punto de invadir Rusia. Ni Ucrania. Pero Putin, en su aislamiento, creo esta narrativa en su imaginario. Actúa con base en ese pensamiento, no necesariamente con base en lo que realmente ocurre.
“Terminaremos (…) con una Ucrania dividida, con un conflicto en sus fronteras, con una guerra consigo misma y (…) una Ucrania en guerra con Rusia”. Foto: MICHAEL LIONSTAR
Si nadie le dice a Putin lo que ocurre, con Putin dispuesto a asumir riesgos, a seguir sus impulsos, ¿qué tan lejos puede estar dispuesto a llegar?
—Deberíamos asumir que Putin está dispuesto a hacer lo que sea con tal de ganar. Pero de nueva cuenta, el punto es qué significa para él la victoria. Eso es lo que no sabemos. Dadas las pérdidas del ejército, es posible que tenga que hacer una reformulación de sus planes de guerra. Es algo que de hecho ya está ocurriendo. Está implementando el plan B, con un nuevo comandante, lo que está pasando en el Este… Por eso será importante ver la siguiente fase de la operación, y ver si eso para Putin basta para considerarlo una victoria, para declarar terminada la guerra. Mi impresión es que terminaremos en una situación no muy diferente de la 2014 o 2015, con una Ucrania dividida, con un conflicto en sus fronteras, con una guerra consigo misma y, al mismo tiempo, una Ucrania en guerra con Rusia. Y creo que esa situación se volverá el estatus quo, hasta que alguien esté dispuesto a avanzar y ya sea negociar la división entre los dos países, o devolver a Ucrania lo que era parte de su territorio. Y no creo que suceda bajo un gobierno de Putin. Veo un escenario donde habrá un estancamiento que durará décadas.
¿Qué hay del futuro de Putin y de Rusia?
—No me parece que el escenario sea muy bueno para Rusia. Teniendo este conflicto sin terminar y que además ha tenido un costo muy alto para el ejército ruso, sin considerar claro el gran costo para los ucranianos. Me parece que Rusia se está encerrando en sí misma, y también se está cerrando en contra de la gente, en territorio ruso, que no es considerada lo suficientemente leal. Vemos mucha gente irse. El panorama es muy sombrío, hostil, de enojo. No es precisamente la receta para el éxito de un país. Con las sanciones económicas, si continúan, si China no ofrece más ayuda económica explícita, creo que a Rusia le esperan años muy difíciles, en tanto este conflicto continúa.
En este escenario, y con un Putin que puede sentirse atrapado, acorralado, ¿qué tan real es la amenaza nuclear? ¿Qué tanto hay que temerle?
—Espero que no ocurra. La doctrina rusa en ese sentido es muy clara. Rusia está preparada para usar armas nucleares si siente una amenaza existencial. Es el estándar en los países, creo, pero la pregunta es, de nueva cuenta: ¿‘Qué considera Putin una amenaza existencial?
Porque, insisto, no creo que Estados Unidos, la OTAN, Ucrania hayan pensado en invadir Rusia y, aun así, Putin vio allí una amenaza. ¿Qué verá él como una amenaza existencial? Sólo él puede responder una pregunta. Podría considerar lo que ocurre una amenaza de ese tipo. Y sería la peor pesadilla vuelta realidad para todos.
EL UNIVERSAL