LONDRES.
El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, hace más de 70 años fue llamado el “príncipe pobre”, ya que con el exilio de su familia de Grecia, cuando él era un bebé, prácticamente no tenía un patrimonio digno de mencionar frente a lo que tenía y recibiría su entonces prometida la princesa Isabel, heredera al trono del Reino Unido. Además, Felipe tuvo que renunciar a su religión y a su lealtad a Grecia, por lo que perdió el título de príncipe de Grecia y Dinamarca. No obstante, para resarcir esto, su suegro, el rey Jorge VI, lo nombró duque de Edimburgo el 20 de noviembre de 1947, el mismo día que se casó con Isabel.
Sin embargo, con los 73 años que estuvo casado con Isabel II, él pudo hacerse de su propia fortuna que actualmente está valorada en 12 millones de dólares, la cual, obtuvo de su sueldo público fijado en 359 mil libras esterlinas al año según la Ley del Sovereign Act de 2011, es decir, poco más de 800 mil pesos mexicanos al mes.
Se sabe que la reina Isabel II le daba parte de las ganancias que recibían del ducado de Lancaster, la cartera de posesiones, fondos y bonos con los que la monarca ingresa dinero a la familia real y que corresponde a casi 20 millones de libras al año, no obstante, de este ducado viven la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo, los tres hijos menores que la reina y el duque tuvieron y que no son herederos al trono, así como otros integrantes de la corona como el príncipe Guillermo, duque de Cambridge y su esposa Kate Middleton.
Aunque el duque de Edimburgo no tenía la posibilidad de tener un gran fortuna, se sabe que dentro de sus posesiones hay obras de arte de toda la Commonwealth, es decir, la organización de 54 países soberanos que comparten lazos con el Reino Unido. El esposo de la reina Isabel compraba obras de arte que le gustaban a través de la Royal Collection Trust, la institución de la corona que controla y maneja las obras de arte que decoran y habitan en los palacios, castillos y residencias de la familia real.
Felipe era dueño de una importante colección de obras del pintor Edward Seago, -un postimpresionista que era el preferido de la reina madre- y que se convirtió en su amigo y mentor, ya que fue él quien le enseñó a pintar. De hecho, fue Seago, el creador de la escultura de plata maciza de San Jorge matando al Dragón, que decora todos los vehículos reales.
Se espera que la fortuna, los bienes y objetos que pertenecían al duque de Edimburgo pasen completamente a manos de la reina Isabel II, esto con el único fin de evitarse el pago de impuestos que generaría heredarle a algún otro miembro de su familia incluido su hijo el príncipe Carlos, lo cual ascendería entre 36 y 40 por ciento de su fortuna. La herencia entre consortes no generaría dicho pago de impuestos, así que es posible que eso suceda.