La grave sequía que azota al país desde 2024 ha dejado estragos cada vez más evidentes en el campo mexicano. Los estados productores clave de maíz blanco —Sinaloa, Tamaulipas y Sonora— enfrentan un colapso productivo que ha obligado a duplicar las importaciones de este grano, básico en la dieta nacional.
De acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), México importó 430 mil toneladas métricas (mTM) de maíz blanco en los primeros cinco meses de 2025, más del doble que en el mismo periodo del año anterior, cuando se adquirieron solo 163 mil mTM. El fenómeno climático ha impactado los rendimientos de siembra y cosecha, deteriorando la seguridad alimentaria nacional.
“La sequía prolongada no solo redujo la producción, sino que alteró completamente el mercado interno del grano. Lo que antes se cubría con la producción local ahora depende de mercados internacionales”, advirtió el GCMA en su más reciente reporte.
Mientras el maíz blanco se importa más que nunca, el maíz amarillo —principalmente utilizado como forraje— muestra una tendencia inversa: sus importaciones han disminuido debido a una caída en la demanda pecuaria. En paralelo, se ha registrado un aumento en las compras de sorgo, que alcanzaron las 295 mil toneladas métricas en lo que va del año, impulsadas también por un menor apetito del mercado chino por este grano.
Ganadería en jaque
El sector ganadero tampoco escapa al deterioro. Según el GCMA, la producción bovina nacional opera a solo 72 % de su capacidad, golpeada por la escasez de forrajes. A esto se suma una menor llegada de ganado centroamericano debido a la reaparición del gusano barrenador, una plaga que pone en riesgo la salud animal.
Además, enfermedades como la diarrea epidémica porcina (DEP) y el síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRS) han mermado la producción en el sector porcino, elevando la preocupación en los mercados cárnicos.
Menos importaciones, más incertidumbre
Pese al aumento en ciertos rubros, el volumen total de importaciones de granos y oleaginosas cayó 9.3 % en comparación con el mismo periodo del año anterior, ubicándose en 18.7 millones de toneladas métricas. En términos de valor, la caída fue de 15.6 %, un reflejo del menor dinamismo económico y de una actitud cautelosa ante posibles cambios en la política arancelaria.
La combinación de sequía, plagas, enfermedades y volatilidad económica conforma un panorama desafiante para el agro mexicano. Mientras tanto, el consumidor final podría resentir estas distorsiones en los precios y disponibilidad de alimentos básicos, como la tortilla.
“Estamos entrando en una etapa crítica. Lo que sucede hoy en el campo se reflejará mañana en la mesa de las familias mexicanas”, concluyó el GCMA.