Este domingo, SpaceX marcó un hito en la exploración espacial con su lanzamiento de prueba más ambicioso hasta la fecha. Por primera vez, la compañía logró recuperar el cohete propulsor del gigantesco Starship, un vehículo de 121 metros de altura, y lo atrapó exitosamente en la plataforma de lanzamiento utilizando brazos mecánicos, apodados “Mechazilla”. Este logro representa un paso crucial en los planes de Elon Musk de hacer reutilizable la nave más grande y potente jamás construida.
El lanzamiento tuvo lugar al amanecer desde el sur de Texas, cerca de la frontera con México. El cohete despegó y se elevó sobre el Golfo de México, similar a los intentos anteriores, pero esta vez con una diferencia clave: el propulsor de 71 metros de altura fue capturado por los brazos metálicos de la torre de lanzamiento, solo siete minutos después de su despegue. El momento fue compartido por el propio Musk en X, celebrando con entusiasmo: “¡La torre ha atrapado el cohete!”.
La hazaña fue posible gracias a la decisión en tiempo real del director de vuelo, quien tuvo el control manual de la operación y determinó que las condiciones eran óptimas para intentar el aterrizaje en la misma plataforma desde la que había despegado. De no ser así, el cohete habría terminado nuevamente en el Golfo, como en ocasiones anteriores.
El vuelo del Starship no terminó allí. Tras separarse del propulsor, la nave espacial de acero inoxidable completó una vuelta alrededor del planeta antes de realizar un amerizaje controlado en el océano Índico. Aunque la nave estaba destinada a hundirse de manera segura, el éxito del aterrizaje marca un nuevo capítulo en la ambición de SpaceX de realizar vuelos espaciales sostenibles y reutilizables.
Este no es el primer intento de SpaceX por recuperar un cohete de este tipo. Anteriormente, la compañía ya había perfeccionado la técnica de reutilización de los propulsores de su cohete Falcon 9, aunque estos aterrizan en plataformas flotantes o en losas de hormigón a varios kilómetros de sus lugares de despegue. Sin embargo, atrapar un cohete directamente en la plataforma de lanzamiento representa un avance significativo, tanto en términos de tecnología como de ahorro de costos.
El Starship, que cuenta con 33 motores de metano en su propulsor, es la pieza central de los planes de SpaceX para llevar humanos a la Luna y eventualmente a Marte. La NASA ya ha contratado dos Starship para sus futuras misiones lunares, previstas para finales de esta década. Los avances en la tecnología de recuperación y reutilización del Starship permitirán acelerar el ritmo de lanzamiento y reducir significativamente los costos de exploración espacial, acercando cada vez más a SpaceX a su ambicioso objetivo de convertir al ser humano en una especie interplanetaria.
Con este último vuelo, SpaceX demuestra que está un paso más cerca de revolucionar los viajes espaciales, en una combinación de tecnología punta, innovación y el inquebrantable espíritu pionero de su fundador, Elon Musk.