En medio de crecientes señales de desaceleración económica, los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran una realidad compleja: si bien una parte de la población ha conseguido crear un colchón de ahorro, una proporción significativa permanece expuesta ante cualquier crisis.
Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, una porción relevante de los mexicanos ha tomado medidas para protegerse financieramente. Sin embargo, un 30% de la población no cuenta con los recursos necesarios para afrontar más de una semana sin ingresos, revelando una marcada fragilidad estructural.
Esa vulnerabilidad se refleja también en la caída sostenida del consumo privado. El Indicador Oportuno del Consumo Privado (IOCP) reportó en marzo una contracción anual del 2.55%, la más significativa desde febrero de 2021, lo que apunta a una pérdida de dinamismo en uno de los principales motores de la economía.
La trayectoria descendente del IOCP, que ha persistido por varios meses, alimenta las preocupaciones sobre una posible desaceleración prolongada. Aunque México logró esquivar una recesión técnica durante el primer trimestre de 2025, gracias a un modesto crecimiento del 0.2% en su PIB —impulsado sobre todo por el sector agropecuario—, el contexto sigue siendo delicado.
Especialistas advierten que este repunte es insuficiente para contrarrestar los riesgos latentes. La combinación de un consumo débil, incertidumbre política y baja confianza del consumidor podría poner en jaque la estabilidad económica en los próximos meses.
Frente a este panorama, expertos en finanzas personales recomiendan a las familias mexicanas reforzar sus estrategias de ahorro, ampliar sus conocimientos financieros y diversificar sus ingresos como medidas clave para enfrentar un entorno económico cada vez más impredecible.