Este sábado, en una postal que mezcla poder militar y cálculo político, el presidente Donald Trump celebra su cumpleaños número 79 con un desfile sin precedentes en la capital estadounidense. Cerca de 7.000 soldados, tanques Abrams, helicópteros de combate y vehículos blindados recorren las calles en honor al 250° aniversario del Ejército, en un evento valorado en 45 millones de dólares.
“Queremos lucirnos un poco”, afirmó el mandatario esta semana desde la base de Fort Bragg, en Carolina del Norte. Pero mientras el rugido de los motores militares resuena, otra orden presidencial circula con discreción: suspender temporalmente las redadas masivas contra inmigrantes en sectores clave como agricultura, hotelería y restaurantes.
La medida, transmitida mediante un correo interno a ICE el jueves pasado, ordena que se “suspendan todas las investigaciones/operaciones de cumplimiento de la ley en centros de trabajo en sector de agricultura (incluyendo acuicultura y plantas empacadoras de carne), restaurantes y hoteles”.
Según expertos, el cambio responde a una doble presión: por un lado, las protestas sociales que se han intensificado —como las ocurridas recientemente en Los Ángeles— y por otro, las quejas de industrias dependientes de la mano de obra migrante, que han comenzado a resentirse por la escasez de trabajadores.
“Las redadas están afectando la producción agrícola y el funcionamiento básico de sectores enteros”, reconoció Trump, quien en su red social Truth Social admitió que muchos inmigrantes son “fundamentales para que el país funcione”.
Tensión entre seguridad y economía
Desde su retorno a la Casa Blanca en enero, Trump ha intensificado su política migratoria, ordenando hasta 3.000 arrestos diarios por parte de ICE, según fuentes internas. Sin embargo, esta estrategia comienza a mostrar fisuras. No solo ha generado una ola de temor y disrupción social, sino que también afecta directamente a estados clave como California, donde la agricultura y los servicios dependen casi exclusivamente de trabajadores migrantes.
Un portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, aseguró que se seguirán obedeciendo “las instrucciones del presidente” y que se continuará trabajando para sacar “a los peores delincuentes extranjeros ilegales de las calles”.
A pesar de ello, el cambio en el enfoque sugiere un intento de Trump por conservar el apoyo de ciertos sectores económicos y electorales de cara a las elecciones legislativas de 2026.
Una celebración militar con ecos de campaña
El desfile de este sábado, cuidadosamente orquestado, recuerda los despliegues patrióticos de regímenes autoritarios, y coincide con un momento de evaluación para el presidente. Mientras busca consolidar su base con gestos de fuerza, suaviza una de sus políticas más controversiales para no alienar a votantes moderados ni perjudicar la economía.
“Si hay protestas, desplegaremos una fuerza muy grande”, advirtió Trump, dejando claro que la celebración no excluye el control absoluto del orden.
Conclusión: política migratoria en pausa táctica
Aunque ICE seguirá persiguiendo a inmigrantes con antecedentes criminales, la pausa en las redadas laborales es una admisión implícita del desgaste político que ha generado la política migratoria. Trump no renuncia a su discurso de “ley y orden”, pero sí ajusta su estrategia frente a la realidad económica y electoral del país.
En las calles de Washington, tanques y soldados marchan mientras, tras bambalinas, la Casa Blanca recalibra su guerra contra la inmigración.