En una noche cargada de simbolismo, política y espectáculo, el presidente Donald Trump y su esposa Melania fueron recibidos entre abucheos, aplausos y vítores patrióticos al presentarse en el musical Los Miserables, celebrado en el Centro Kennedy.
La función formaba parte de una exclusiva gala de recaudación de fondos, que logró reunir más de 10 millones de dólares. Los boletos oscilaron entre los 100 mil y los 2 millones de dólares, destacando la asistencia de figuras influyentes del ámbito político y cultural. Sin embargo, la atención de la noche se centró en la inesperada presencia del mandatario republicano.
Mientras algunos asistentes gritaban “¡USA!” en señal de apoyo, otros manifestaron su descontento con abucheos. La división fue aún más evidente con la presencia en primera fila de un grupo de drag queens, cuya asistencia fue interpretada como un acto de protesta simbólica contra la censura cultural y políticas conservadoras asociadas a Trump.
Al ser cuestionado por los medios, Trump restó importancia a la polémica y declaró: “No podría importarme menos. Lo único que hago es gestionar bien este país”.
El contexto no es menor: tras regresar a la Casa Blanca, Trump disolvió el patronato del Centro Kennedy, argumentando desacuerdo con sus propuestas artísticas. Su reaparición en ese mismo recinto añade un giro irónico y simbólico a la velada.