En una operación de alto riesgo meticulosamente planificada, Ucrania ha confirmado el ataque al puente de Kerch, una infraestructura clave que une la península de Crimea con Rusia continental. El ataque, ejecutado por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), empleó explosivos submarinos colocados en los cimientos del puente, detonados a las 4:44 a.m. hora local.
Según fuentes oficiales ucranianas, se utilizaron más de una tonelada de explosivos especiales, con el objetivo de dañar la estructura de soporte del puente. Aunque las autoridades rusas reportaron una rápida reanudación del tráfico, imágenes satelitales y reportes de inteligencia sugieren daños significativos en la base del viaducto.
El jefe del SBU, Vasil Maliuk, reveló que la operación fue supervisada al más alto nivel y defendió la acción al considerar que el puente representa un objetivo legítimo. “Es un corredor militar que facilita el traslado de tropas, armas y suministros hacia el sur de Ucrania. Nuestra misión es interrumpir esa logística”, declaró Maliuk en un comunicado oficial.
Este ataque representa el tercer golpe directo al puente de Kerch desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022. A diferencia de ataques anteriores, este ha sido calificado por analistas como “el más preciso y técnicamente complejo” hasta la fecha.
El puente, inaugurado en 2018 y considerado un símbolo del control ruso sobre Crimea, es también una arteria vital para el suministro militar. Su vulnerabilidad ha quedado nuevamente en evidencia en un contexto donde Ucrania intensifica su estrategia de golpear infraestructuras críticas del enemigo, incluyendo recientes ataques con drones a bases aéreas en territorio ruso.
Desde Moscú, el Kremlin condenó el ataque, calificándolo de “acto terrorista”, y prometió represalias. Sin embargo, las autoridades rusas no ofrecieron detalles sobre los daños reales ni sobre las posibles consecuencias logísticas.
Mientras continúa la guerra en múltiples frentes, este nuevo ataque demuestra que Ucrania mantiene su capacidad de ejecutar operaciones sofisticadas en territorios ocupados, apuntando directamente a los pilares del control ruso en Crimea.