Entre oraciones, lágrimas y homenajes, miles de fieles, líderes mundiales y comunidades marginadas se congregaron este sábado en las calles de Roma para dar el último adiós al Papa Francisco, el “papa del pueblo”.
La Plaza de San Pedro, abarrotada por creyentes de todo el mundo, fue el escenario de una emotiva ceremonia encabezada por el cardenal Giovanni Battista, quien en su homilía recordó a Francisco como un hombre que dedicó su pontificado a los más vulnerables. “Fue el papa del pueblo, el que no se cansó de tender la mano a los migrantes, a los pobres, a los olvidados”, afirmó Battista ante una multitud conmovida.
Entre los asistentes destacaron jefes de Estado, representantes de diversas confesiones religiosas y cientos de migrantes que quisieron rendir homenaje al primer papa jesuita y latinoamericano. Las calles adyacentes al Vaticano también se llenaron de personas anónimas que, entre rezos y pancartas, agradecieron al pontífice por su mensaje de esperanza, justicia social y cercanía.
El legado de Francisco, marcado por su defensa de los derechos humanos, el cuidado de la Casa Común y su llamado constante a la paz, quedó plasmado en un funeral que rompió protocolos y acercó aún más a la Iglesia con aquellos que durante su vida pastoral siempre buscó proteger.