El domingo 1 de junio de 2025, México celebró por primera vez en su historia una elección judicial abierta, en la que la ciudadanía votó para elegir a jueces, magistrados y ministros. Lo que debió ser una jornada de reafirmación democrática terminó empañada por un abstencionismo masivo, la falta de información sobre los candidatos, y una narrativa política en la que el protagonismo presidencial opacó el papel institucional de la presidenta en funciones.
La expectativa de una transformación… sin electores
La reforma judicial impulsada por el gobierno de la llamada Cuarta Transformación fue presentada como un paso histórico para devolver el poder al pueblo y democratizar al Poder Judicial. Sin embargo, según cifras preliminares del Instituto Nacional Electoral (INE), apenas entre el 12.57% y el 13.32% de los mexicanos acudieron a las urnas. Los números no solo fueron bajos: fueron catastróficos en comparación con otros ejercicios electorales nacionales.
La abstención masiva puso en tela de juicio la legitimidad del ejercicio. Lejos de ser una fiesta democrática, el proceso fue interpretado por muchos ciudadanos como una consulta impuesta, con poco margen de análisis y sin suficiente información sobre los perfiles que serían elegidos. Para algunos, no se trató de un ejercicio democrático, sino de una simulación.
Un voto con nombre y rostro: el de AMLO
El expresidente Andrés Manuel López Obrador acudió a votar en la Ciudad de México. Su imagen fue replicada en los medios, redes sociales y canales oficiales del gobierno, convirtiéndolo en la figura central de la jornada, pese a ya no estar en funciones. En contraste, la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, emitió su voto de forma discreta, con menos visibilidad mediática.
Este contraste fue interpretado por analistas políticos como un signo claro de la continuidad del poder simbólico y político de López Obrador, incluso fuera del cargo. Para muchos, el ejercicio electoral estuvo más ligado a su legado que a una política de Estado articulada por Sheinbaum. La elección se vivió como un referéndum silencioso sobre el liderazgo de AMLO, más que como un voto informado para renovar el aparato judicial.
Votar sin conocer: los vacíos informativos
Una de las críticas más recurrentes fue la falta de información clara, accesible y confiable sobre los aspirantes al Poder Judicial. En muchos casos, los nombres aparecieron sin antecedentes detallados, sin propuestas claras o sin canales de contacto con los votantes. Esta carencia abonó al desinterés ciudadano y a la percepción de que se trataba de una elección sin sentido.
“Votamos por nombres que no conocemos, en un formato que no entendemos, y para cargos que no terminamos de dimensionar. ¿Así se construye la democracia?”, cuestionó un votante en una casilla de la colonia Del Valle, en la Ciudad de México.
Riesgos de una justicia electa
Aunque el objetivo declarado de la reforma fue abrir la justicia a la ciudadanía, numerosos juristas y expertos han advertido sobre los peligros de elegir a jueces por voto popular. El riesgo de que la justicia se convierta en un botín político o que los jueces dependan de campañas de popularidad podría, a largo plazo, comprometer su autonomía y profesionalismo.
“Una justicia electa puede terminar siendo una justicia partidizada”, advirtió un editorial del Colegio de Abogados publicado días antes de la elección.
Una jornada que deja más preguntas que respuestas
Aunque la elección se llevó a cabo sin incidentes mayores y el conteo avanza con normalidad, los cuestionamientos de fondo persisten: ¿qué tan representativa es una elección con menos del 14% de participación? ¿Puede hablarse de legitimidad con un electorado ausente? ¿La reforma realmente democratiza al Poder Judicial, o solo le da un rostro electoral sin sustancia?
Los resultados oficiales se conocerán en los próximos días, pero lo que ya es evidente es que esta jornada ha abierto una nueva grieta en el debate público: la tensión entre el ideal democrático y la ejecución política. En el centro, una elección inédita que —lejos de cerrar el capítulo— apenas ha comenzado a escribir su historia.