El gobierno de ha reavivado el debate internacional sobre el origen del COVID-19 al publicar un libro blanco en el que plantea que el virus pudo haberse originado en Estados Unidos y exige una investigación profunda en ese país.
El documento, difundido por el Consejo de Estado chino, defiende la actuación de Pekín durante los primeros meses de la pandemia y acusa a Washington de politizar el tema, de desviar la atención con acusaciones infundadas y de fallar en la gestión inicial de la emergencia sanitaria.
“Debería llevarse a cabo una investigación en profundidad sobre los orígenes del virus en Estados Unidos”, se lee en el informe, que también urge al país norteamericano a proporcionar respuestas claras y transparentes a la comunidad internacional.
China argumenta que existen “indicios razonables” de que el SARS-CoV-2 pudo haber circulado en territorio estadounidense antes de ser detectado oficialmente en Wuhan, incluyendo casos de neumonías atípicas, enfermedades pulmonares asociadas al uso de vapeadores en 2019 y posibles fugas en laboratorios entre 2006 y 2020.
El libro blanco también critica el papel de EE.UU. en la gobernanza sanitaria global y lo describe como un “eslabón débil” durante la pandemia. Mientras tanto, asegura que China colaboró de manera transparente con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y contribuyó de forma activa al estudio del origen del virus.
La publicación surge pocos meses después de que la OMS reiterara su llamado a China para facilitar el acceso a datos relacionados con los primeros casos de COVID-19, reiterando que la transparencia y la cooperación científica son clave para evitar futuras pandemias.
Este nuevo giro en el debate sobre los orígenes del coronavirus revive las tensiones diplomáticas entre las dos potencias y podría intensificar los cuestionamientos en torno al manejo inicial de la crisis sanitaria más grave del siglo XXI.