MONTERREY.
Al concluir su turno en la clínica 25 del Seguro Social, el médico Juan Carlos Soria Maturino fue asaltado en esta capital y sus agresores le clavaron un desarmador en el pecho, según mostró en su cuenta de Facebook, donde agradeció estar vivo gracias a la rápida reacción de sus compañeros que lo atendieron.
El residente de tercer año de Pediatría fue agredido el domingo 21, después de terminar su jornada en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) 25, en la colonia Mitras Norte, al norte de esta capital.
En su relato, acompañado de impresionantes fotografías en las que se le observa la herramienta punzante insertada en su pecho, Soria refiere que esa noche, a las 22 horas, se encontraba frente a la entrada principal del nosocomio y vio a dos hombres que charlaban junto a un taxi.
La situación no le pareció extraña, pero de pronto los dos lo acorralaron y lo empujaron, mientras hurgaban en su ropa.
“Me quitan mi estetoscopio, y con el forcejeo tiran mis cosas al suelo, yo comencé a gritar: ¡Auxilio, ayuda, soldados, ayúdenme! Me gritaron que me callara y comenzaron a insultarme. Me dijeron que les diera mi celular, que lo soltara, yo lo tenía en mi mano dentro de la bolsa de mi pantalón”, describió el médico.
Se concentró en proteger el dispositivo porque era la única forma de comunicarse en caso de ser lesionado. Luego la agresión subió de tono.
“Seguí gritando por mi vida, pidiendo auxilio. Los autos pasaban pero nadie se detuvo. Acto seguido siento un golpe en el pecho y me tumban. Los dos me miran, y al escuchar que se acercaba gente, salen corriendo hacia el taxi, lo encienden y huyen.
“Segundos después llegó un militar y un vigilante, y ellos me dicen que no me mueva, porque tenía clavado en mi pecho un desarmador. Todavía no puedo entender porque las personas que nos dedicamos a salvar vidas somos agredidos de esta manera”.
Al final de su relató se manifestó impotente y decepcionado, pues en su país –apuntó– las personas como él son agredidas impunemente y no hay quien las proteja.
“Estoy vivo por un milagro, porque hay un ángel cuidándome y por los médicos, enfermeras, camilleros, técnicos radiólogos y demás personal que se encargaron de ayudarme de inmediato. Mi vida ha dado un giro completo y nunca volveré a ser la misma persona”.
Concluyó: “Pero el amor por mi familia, amigos, por mi carrera y mis pacientes siempre prevalecerá ¡y es lo que me mantiene vivo! Exijo que encuentren a las personas que me hicieron esto, y se haga justicia, por mí y por todos los médicos y personas que hemos sido víctimas de la violencia”.