Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, conocidos como ‘El Chapito’ y ‘El Alfredillo’, lideran la facción más poderosa del Cártel de Sinaloa, una organización que busca consolidar un nuevo pacto criminal inspirado en La Federación, una alianza de cárteles creada en los años 80. Sin embargo, la disputa interna por el control total de Sinaloa y los constantes golpes del Gobierno Federal complican su objetivo de establecer una pax narca en el país.
De acuerdo con el especialista en narcotráfico José Luis Montenegro, Los Chapitos han buscado extender su influencia mediante alianzas con grupos criminales locales en regiones estratégicas, como Ciudad de México, el área metropolitana y estados colindantes como Morelos. Este movimiento, respaldado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), recuerda la estructura de La Federación, un pacto que en su tiempo permitió el tráfico de drogas respetando límites territoriales entre cárteles y combatiendo a enemigos comunes, como Los Zetas.
“La idea de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo es recuperar ese modelo de cooperación entre mafias locales y regionales, heredado de su padre, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán. Con la ayuda del CJNG, intentan replicar el modelo de La Federación para establecer zonas donde se pueda operar sin conflictos entre cárteles”, señaló Montenegro.
El análisis del especialista también apunta a una posible negociación entre Los Chapitos y el gobierno de Claudia Sheinbaum, en respuesta a los golpes recientes contra el Cártel de Sinaloa, incluyendo la captura de Ovidio Guzmán López, decomisos de fentanilo y destrucción de laboratorios.
“Los Chapitos podrían buscar una negociación con la administración actual. Existe una relación que se remonta al primer Culiacanazo, cuando Ovidio Guzmán fue capturado y luego liberado. Posteriormente, el capo se refugió en la Ciudad de México, donde Claudia Sheinbaum era jefa de Gobierno y Omar García Harfuch, secretario de Seguridad. La conexión entre Los Chapitos y la 4T es más estrecha de lo que parece, y la última jugada podría ser pactar una pax narca que permita al grupo operar bajo un esquema funcional al narcoestado”, puntualizó Montenegro.
El debilitamiento de las cúpulas criminales no necesariamente contribuye a la pacificación del país. Según Montenegro, la captura de líderes como Ismael ‘El Mayo’ Zambada ha desencadenado una fragmentación interna en el Cártel de Sinaloa. Subgrupos como La Mayiza, Los Rusos, Las Flechas MZ y otros, ahora buscan independizarse y pelear por el control de plazas estratégicas, intensificando los conflictos en el estado.
“Cada vez que se golpea a una organización criminal, surgen nuevos actores que buscan llenar el vacío de poder. Este fraccionamiento dificulta cualquier intento de pacificación, ya que el narcotráfico se vuelve más disperso y violento”, concluyó.
Mientras el gobierno de Sheinbaum enfrenta el desafío de contener el auge de la violencia, el intento de Los Chapitos por recuperar la estabilidad en el tráfico de drogas a través de alianzas y pactos internos podría marcar un nuevo capítulo en la historia del crimen organizado en México. La pax narca que buscan promete ser tan polémica como peligrosa para un país que sigue atrapado en el círculo de violencia y criminalidad.