A través del portal MVS Noticias y EMEEQUS se dio a conocer la información de una investigación realizada por la Secretaria de la Defensa Nacional, en la cual esta involucrado el senador morenista José Ramón Enríquez Herrera sería cómplice de los Cabrera Sarabia, familia conocida por sus nexos con el Cártel de Sinaloa.
Esta investigación y posterior documento fue realizado en el 2020 por parte del ejército Mexicano y menciona como el senador Enríquez se ostentaba como amigo de un jefe de la plaza del Cártel de Sinaloa.
Son cinco hojas en poder de este reportero, quien presentó una primera parte de esta investigación en el noticiero radiofónico de Luis Cárdenas en MVS Noticias y que ahonda en detalles en este texto para EMEEQUIS.
ÉL ES MI COMPADRE, EL “G-1”
De acuerdo con la investigación federal, en julio de 2016, el hoy senador José Ramón Enríquez Herrera había resultado triunfador en la elección para presidente municipal de Durango como abanderado de la alianza PAN y PRD.
Siendo alcalde electo, convocó a panistas, perredistas y hasta militantes de Movimiento Ciudadano a una reunión de trabajo en el Hospital de Especialidades de la calle Pereyra en la zona centro de la capital de Durango.
Una de las asistentes fue Alma Leticia Reyes Guerra, quien tres años antes se había convertido en la alcaldesa más joven de Durango, a los 23 años, después de que su padre y candidato a presidente municipal en San Dima fue asesinado días antes de la elección. Ella tomó su lugar y ganó los comicios.
Acaso por esa repulsión al crimen organizado es que Alma Leticia Reyes Guerra se entrevistó con personal de la Defensa Nacional y narró que durante esa renunión, el senador Enríquez Herrera presentó a un “compadre” y lo presumió como uno de los principales financiadores de las campañas electorales de azules, amarillos y naranjas.
Ese “compadre”, habría dicho el senador Enríquez Herrera, tenía como real ocupación ser el jefe de criminales en los municipios de San Dimas, Otaez y Pueblo Nuevo en Durango: Gerardo Soberanes Ortiz, alias “El G-1”, operador de la familia Cabrera Sarabia, según el documento de la Defensa Nacional.
De acuerdo con el relato, el “G-1” tomó la palabra y, de manera “amenazante y altanera”, dijo a los presentes que “no se hicieran pendejos” y que recordaran que los cargos que ocupaban, de una forma u otra, los habían conseguido gracias a él. Le debían lealtad.
EL INGE
Entre todos los apodos que tenía Felipe (“El Inge”, “El Ingeniero”, “El Señor de la Sierra”) había uno que le gustaba por encima de todos: “El Rey de la Heroína”.
Era un recordatorio diario de cómo había pasado de plebeyo en su pueblo a la realeza del crimen organizado entre la década de los 90 y hasta su detención en diciembre de 2011. Su ascenso lo había logrado sobre toneladas de heroína que enviaba junto con sus hermanos José Luis, Alberto y Alejandro hacia Estados Unidos.
Juntos eran conocidos por sus apellidos, los Cabrera Sarabia, una familia que se ganó la confianza de Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada —fundadores del Cártel de Sinaloa— por su habilidad para tejer complicidades con políticos en Durango y Chihuahua para proteger su negocio de producción y trasiego de heroína y marihuana.