A pesar de que llenar el tanque del auto parece haberse convertido en un lujo, México está entre los países con las gasolinas más baratas de América Latina, debido a los estímulos fiscales.
El crudo determina el precio del combustible a escala mundial, pero también influyen las ayudas del gobierno, impuestos, costos logísticos, competencia en el mercado, seguridad y la capacidad de satisfacer el consumo interno con producción propia, pues al traer gasolinas del extranjero intervienen el tipo de cambio y los lazos comerciales.
El precio promedio de las gasolinas en México, tanto regular y premium, fue de 1.08 dólares por litro al 7 de marzo pasado, lo que equivale a 22.97 pesos, de acuerdo con datos oficiales recabados por Global Petrol Prices, que es utilizada a veces como fuente de información por el Banco de México (Banxico).
En su informe semanal más reciente, la consultora muestra que el litro de gasolina en todo el mundo se vendió en promedio a 1.29 dólares o 27.58 pesos, es decir, 4.61 pesos más cara que en México. Eso significa que llenar un tanque de 40 litros de gasolina en el país cuesta 920 pesos, mientras el promedio global supera los mil 100 pesos.
La consultora explica que hay una diferencia de precios sustancial entre las 170 naciones y territorios analizados, cuya regla general es que los países ricos tienen gasolinas más caras. En tanto, los pobres y aquellos que producen y exportan petróleo cuentan con combustibles relativamente baratos.
Con las mayores reservas de petróleo del planeta y también la peor inflación, Venezuela es el país con la gasolina más barata no sólo de América Latina, sino del mundo, debido a que el litro se vende en apenas 0.03 dólares, es decir, alrededor de 50 centavos de peso.
Dado que el gobierno de Nicolás Maduro subsidia el combustible, llenar el tanque del auto cuesta poco más de 21 pesos en Venezuela.
Bolivia es el segundo país con la gasolina más económica de la región, seguido de Colombia, Ecuador, Argentina y Panamá. Los gobiernos de todas estas naciones protegen el precio de venta al público con ayudas o estímulos. México se encuentra en el séptimo puesto, debido a que el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió que no habrá gasolinazos en su gobierno, a pesar de que se determinó liberar el mercado en 2017.
En su primera conferencia de prensa desde que asumió el cargo de secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O admitió que evitar el gasolinazo tendrá un costo para el país, pero aseguró que “estamos naturalmente cubiertos”, ya que es casi total la correlación entre los precios de la gasolina y el petróleo.
“Hay un colchón por ingresos petroleros extras. Parte de este ingreso es propio de Pemex, y parte (…) va al Fondo Mexicano del Petróleo. En los dos casos, es perfectamente utilizable al interior del sector público. Va a costar, pero estamos cubiertos”, aseguró el 4 de marzo.
Desde que inició este mes, los petroprecios han cerrado arriba de 100 dólares por barril ante el temor de que exista una menor oferta de crudo dadas las sanciones contra Rusia.
Esto permitió que las gasolinas extendieran la escalada de precios, sobre todo en países donde no están subsidiadas, como en Estados Unidos, donde, de acuerdo con Global Petrol Prices, alcanzó un precio promedio de 25.11 pesos por litro, a pesar de ser un importante productor y exportador de crudo.
México depende del valor que tienen las gasolinas en la Unión Americana, pues de ahí provienen seis de cada 10 litros que se venden en el país, señalan cifras de Pemex.
En todo el mundo, el proceso paulatino de reactivación económica ha incrementado el consumo de gasolinas y también contribuye a subir los precios de las mismas.
Hong Kong ofrece la gasolina más cara del planeta: el litro cuesta 60.35 pesos en promedio, es decir, llenar un tanque de 40 litros requiere desembolsar 2 mil 414 pesos, casi el triple que en México y 113 veces más cara que en Venezuela.
Noruega es el segundo país más caro para comprar gasolina, cuyo precio promedio llega a 57.39 pesos o casi 2 mil 300 por 40 litros. Le siguen Dinamarca, Liechtenstein, Suecia, Países Bajos, Finlandia e Israel.
En estos países, en lugar de subsidiar el combustible, los gobiernos aplican impuestos altos para limitar el uso del auto e incentivar el transporte público y la bicicleta.